Periodista: Juan Manuel Fernández

Pasó de ser la consentida de su papá, a una emprendedora que tuvo que construir carrera en tierra ajena. Periodista y comunicadora, Ana Giralt labró su reputación sin conocer a nadie en El Salvador.

“Cuando murió mi papá tenía dos opciones: seguir siendo la profesional que mi papá quería, o volverme loca y rebelde, y dejar de estudiar. Y es que cuando sos una hija de papi… es un reto quedarse sin tu papi”.

Oriunda de San José, recién graduada de periodismo y viviendo en el cantón limonense de Guácimo, a la costarricense Ana Giralt siempre le tocó seguir caminando, aunque no supiera lo que el camino le traía.

“Papá me iba a ayudar a conseguir trabajo cuando me graduara, pero Dios decidió llevárselo un año antes. Fue cuando empecé una búsqueda de trabajo en los medios tradicionales de Costa Rica que no fructificó” cuenta.

Un curso de comunicación de tres meses en El Salvador en 1998, se convirtió en una aventura que capitaliza casi dos décadas, dos diarios, un matrimonio y una pequeña de 4 años llamada María Paz en el país conocido como “El pulgarcito de Centroamérica”.

Una carrera “desde abajo”

Comenzó leyendo cápsulas de noticias en una emisora de radio. Cuando se suponía debía volver a Costa Rica, le ofrecieron un trabajo en el Canal 33. “El salvadoreño tiene una acogida muy especial hacia el extranjero, me hicieron sentir como en casa desde el primer día” atestigua.

Pero en dos oportunidades se quedó sin trabajo. En una de ellas, no tenía dónde vivir. Su amiga (y casi hermana) Roxana Buezo, la recibió en su casa y la hizo parte de su familia. Conoció el rostro de la necesidad y aprendió a salir adelante con paciencia.

Pasos en la política

Su primer trabajo de peso lo concreta en uno de los principales periódicos de El Salvador: El Diario de Hoy, y cubre política por 5 años. “Lo que escribo empieza a incomodar” comenta.

La política la mantiene ocupada y trabaja como consultora en un programa del Gobierno de Elías Antonio Saca. Nueve meses después, la recomiendan para liderar un proyecto editorial en Diario El Mundo, otro de los periódicos locales. En este diario mantiene en la actualidad una columna de política desde hace cinco años.

También tuvo sus pasos en la pantalla chica. Trabajó en un programa de TV llamado “Sin su permiso” del Canal 33 salvadoreño, y uno de los factores destacados fue que les tocó cambiar el formato de un programa de hombres a uno de tres mujeres, con entrevistas políticas y económicas una vez a la semana.

Desde hace diez años, trabaja como Gerente de Cuentas en la agencia de relaciones públicas Porter Novelli. El camino no ha sido fácil, pero asegura que ha encontrado “ángeles” en el trayecto que nunca la dejaron sola. Uno de sus momentos más felices en El Salvador fue cuando cumplió 40 años, “porque me he dado cuenta de lo mucho que he crecido como ser humano, como profesional y como persona. No tengo nada de qué arrepentirme” confiesa.

MUY BREVE…

¿Qué fue lo más duro hasta el momento en su experiencia?

Dejar la familia. No ver crecer a mi sobrino que tengo más de 20 años de no ver. También cuando me quedé sin trabajo y sin dónde vivir. Pero Dios mandó ángeles que siempre me ayudaron.

Además de la familia, ¿qué extraña de Costa Rica?

Andar en bus. Caminar más libremente por las calles. Lo verde. Los parques y las áreas recreativas.

¿Y cómo ‘hace Patria’ en El Salvador?

Yo llevo a Costa Rica en mi educación ciudadana, en mi civismo, en la defensa de mis derechos. Siempre está conmigo. Hago ejercicio y me acuerdo de mis caminatas por el Parque de la Paz.

¿Qué significa El Salvador?

Es un país acogedor por su gente. Yo le tengo mucho agradecimiento. Por respeto a las personas que me han adoptado, y a la familia de mi esposo, yo debo honrar a este país.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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