No se necesita más de un metro y cincuenta centímetros para medir su estatura, misma que le valió los calificativos de enano, cabezón y muchos otros, que desde que salió del vientre de su mamá le acompañaron y lesionaron su autoestima.

Los primeros en rechazarlo por su estatura fueron los miembros de su propia familia quienes le aseguraban que nunca iba a ser ni hacer nada en la vida. La vergüenza de los suyos les llevó a procurar que no lo vieran caminar junto a él porque no querían ser vistos con alguien tan pequeño, pero esto era lo menos, sí lo menos, porque hasta se reunieron para ver como hacían para que él no trajera hijos al mundo.

Pero hoy Manuel, nuestro protagonista en la sección Vidas Intensas asegura que: “El enemigo más grande que tuve, no eran quienes estaban a mi alrededor, sino que era yo mismo”.

Hoy Manuel Florian nos comenta cómo  ha logrado convertir lo que más odiaba en aquello que más ama;  cómo hizo y hace una verdad aquello que el tamaño de una persona nunca puede determinar ninguna de sus capacidades;  nos habla de cómo es igualmente cierto que al escucharle se da uno cuenta de porqué este ser humano a quien muchos dicen es parte de ese grupo de “gente pequeña” en estatura es un verdadero GIGANTE en su corazón y en su fe.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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