¿Cuánto tengo que esperar y por qué tanto?, me ví preguntándole a Dios. El debe sonreír, me ve con ojos de compasión y envía un vientecito que me peina el pelo: son sus manos diciéndome “Tranquila, Yo soy”.
Los tiempos de espera son bocadillos en el plato sobre mi mesa. Le pregunto a la vida si hay algo más en el menú y me dice que no, que es eso lo que hay y si no quiero morir de hambre, debo probarlos. El consuelo es que mientras me los como sigo respirando, viviendo, me puedo mover, puedo trabajar y puedo seguir amando. Puedo y lo tengo que hacer.
Esperar no significa detenerse, ni pausa, ni congelarse. Esperar es esperar. Con o sin berrinche, hay que esperar. Sin mayor filosofía, es el bocadillo que me como mientras todo sigue girando sin tregua. Falta rato para que esté en mis manos un paquete que anhelo, pero esa es la espera de los que nos embarazamos de deseos que necesitan procesos.
En el “mientras”, nadie dice que no puedo ser feliz. Qué difícil, pero sí puedo serlo, por momentos, como bocanadas de aire, sonriendo entre la impaciencia y la sabiduría del “aquí y el ahora”. Tendré que seguir esperando. Es lo que hay sobre mi mesa, lo agradezco y su premio me traerá.
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2 comentarios
Sigo esperando ser feliz en mi matrimonio…”como bocanadas de aire” así han sido mis momentos de felicidad, esa frase me gustó, ahorita me siento en la cuerda floja, pero sigo esperando con mi taza de café. Gracias
Que palabras tan sabias . Yo vivo así hoy . Y mientras espero vivo y soy feluz a ratos. Le doy la Gloria y la Honra al Señor. Muchas petsonas me dicen q me admiran . Yo les digo q se Su Mano todos somos hechos nuevos … sí un día a la vez, en un proceso. Es necesario