Al hacer un reportaje, el que más aprende es el equipo que realiza la historia y la presenta. Por ejemplo no se dice “sordo-mudo”, se dice sordo, porque algunas de estas personas sí pueden hablar. Otra cosa, cada país maneja su lenguaje de lesco, sus propias señas; quienes hablan este lenguaje exageran sus gestos porque es parte de comunicar la idea.
Claro, yo como periodista debo aprender bien para poder dar bien la información, certera y precisa, información que no alimente tabúes sino que ayude a derribarlos. Eso lo logramos en este trabajo que te presentamos, gracias a la asistencia de una experta en la materia, Stephanie Jara.
Al realizar lo que vas a ver en este video, entramos a una aula donde se unía la fuerza y el conocimiento de una profesora del Tecnológico de Costa Rica, una traductora y un muchacho sordo. Lo hermoso es que no era uno sino que el esfuerzo vale para 20 jóvenes de la zona Huetar Norte de Costa Rica con esa condición. Asisten todos los sábados a estudiar su carrera de Hotelería y Turismo y fuimos testigos de que aquí se rompen mitos y se potencian las fortalezas de cada uno.
Discriminación en los propios hogares
Ciertamente, existen hogares que por amor y con miedo, no dejan al muchacho salir; digo “por amor” porque ignoran el daño de aislar a un ser humano con todas sus facultades para realizarse plenamente. Otros hay que ni siquiera les permiten aprender, desde niños, el lenguaje de lesco. Otros considerarán que estas personas tienen una discapacidad para lograr sus sueños. Nada más lejano a la realidad.
Comparto esta historia que llena de orgullo a los muchachos que están listos para decirle a la vida ¡Presente!. Y como dijo Victor Hugo “Si la mente oye, no importa la sordera del oído”.
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