El amor por una forma de vida distinta a la nuestra tiene muchas formas de expresarse. En el caso de este joven músico y amante de la naturaleza, las serpientes ocupan el puesto número uno, aunque ya lleva cinco en su lista de reptiles adoptados y que cuida como la luz de sus ojos.

Escrito por Ana Coralia Fernández Arias, periodista //Fotos: Fernando Arguedas

“Siempre me gustaron los dinosaurios. Desde chiquillo sentía una fascinación por estos seres de sangre fría, depredadores inteligentes y asombrosos. Seguro de ahí me viene mi afición por las serpientes”, afirma Kendall Eduardo Jiménez Acuña, un joven coronadeño de 23 años, mientras le da un beso a “Lily”, la constrictor que lo acompaña desde hace seis años.

“Para mí las serpientes son mascotas, un poco exóticas, pero mascotas al fin y al cabo. Los herpetólogos, aficionados o profesionales, coincidimos en nuestra admiración por estos reptiles y cambiamos el mito de temerles, por cuidarlas, crearles un espacio seguro, controlado y similar al que provienen, porque son seres muy perseguidos por la ignorancia y el miedo. La mayoría de las veces, por no decir siempre, la serpiente ataca porque se siente amenazada o para comer y la gente las mata por puro gusto o porque asume que son mortales”.

No hay primera sin segunda

“Lily” fue su primera serpiente y desde hace seis años su gran escuela. De hecho ella le abrió el camino para hacerse de otros especímenes, que se mantienen en las mejores condiciones de temperatura, alimento, higiene y seguridad.

A diferencia de otras mascotas, las serpientes de Kendall permanecen en su cuarto, en cajas individuales y en condiciones muy favorables para que estén sanas y seguras. Ha sido un largo aprendizaje: desde cómo alimentarlas y prepararse para ello hasta especializarse y ser un experto en la materia a puro amor por los reptiles.

“Cuando me hice de Lily, no sabía nada de serpientes, fue una gran escuela y también tuve el susto de no poder con el reto. Luego me hice de “Mantequilla”, otra constrictor más pequeña, y luego vinieron las demás”.

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Mover la cola no es contentera

Yo le pregunto qué tipo de relación se puede establecer con una serpiente, considerando que no saldrán a recibirte a tu llegada y si te mueven la cola no será precisamente porque estén contentas de verte. Él experto responde:

“Es una relación fría. Las serpiente no desarrolla afecto, es muy diferente a tener un perro o un gato. Es más bien una mascota de estudio. Hay que observar, explorar, investigar, preguntar y profundizar en todos los aspectos relacionados con ella. Por mi parte yo sí las quiero mucho, les tengo mucho cariño aunque ellas no manifiesten ningún afecto. Si acaso, un interés porque saben que yo soy su proveedor de alimento y una gran mancedumbre porque nunca he sufrido un ataque o una agresión de su parte”.

Serpientes, un amor exótico

“Yo trato de no ser exhibicionista con mis serpientes. Hay gente que las anda por la calle como en númer de circo. Mi intención es más bien aprender de este mundo tan distinto al nuestro, conservarlas en la medida de lo posible y aprender de la experiencia de otros herpetólogos de seres tan antiguos y estigmatizados desde que el mundo es mundo.

Sin embargo, me gustaría advertir que si está pensando en iniciarse como administrador de una serpiente, piénselo bien, pues ellas demandan mucho tiempo y cuidado, comida  a su tiempo y condiciones óptimas para vivir.

Si van a vivir como las mías, en el entorno de una familia, es muy importante tener conciencia de que lo que significan para mí no es necesariamente lo que representan para otros y eso hay que respetarlo”.

Toda una escuela

“Ellas me han enseñado muchas cosas en silencio. Son elegantes, tranquilas, inteligentes, cautelosas, aseadas, relajantes, saben lo que quieren, saben cuando retirarse y fuertes.

Yo tengo un lazo con ellas inexplicable. Son mi pasión. Les tengo mucho respeto y admiro la magia que ejercen en mí.”.

Cuando dejo a mi entrevistado, todavía tengo la piel de gallina. No dejo de admirarlo y de respetar su pasión. Pero también entiendo muy adentro de mí, de dónde viene ese temor ancestral entre ellas y la humanidad. ¡Y todo por una condenada manzana!

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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