La protagonista de esta historia, a quien llamaremos Esperanza, se graduó de la escuela allá por el año 1986.  Amaba estudiar y ser maestra. Sin embargo, siempre hubo un “no” para ir al colegio, hasta que el poder de su decisión transformó su vida.
Esta mujer, ha preferido que en nuestra revista  lizethcastro.tv no escribamos su nombre real porque han sido varios de sus seres más queridos, los que tuvieron a mano la voz de desaliento que la frenó por tantos años. 
La primera negativa vino de su padre, la segunda llegó de su esposo y la tercera de su hijo mayor. Pero nunca existió el “no” más importante: el de ella.

“Las mujeres no van al colegio”

“Esperanza” recuerda como si hubiera sido hoy: “Papá me dijo”no”, las mujeres van al colegio a embarazarse. Entonces trabajé en el campo y limpiando casas. Luego me casé a los 22 años y le hablé a mi esposo de mi deseo, él me dijo: No. Se descuidaría la casa y los niños (tengo dos hijos hombres)”.

“Mami, usted es muy inteligente!”

El anhelo de graduarse del colegio quedó atrás, hasta que una mañana del mes de febrero del año 2016, Esperanza caminaba con su hijo menor, de 15 años, y ella expresó: “Papi, vea, ya casi están las paradas llenas de muchachos que van para el colegio, algunos por primera vez y otros, en su último año”. El hijo le dijo “Mami, ¿Por qué no se mete al Nocturno y saca ese bachiller que siempre ha querido?”. Ella cuestionó si podría y él aplacó toda duda con un: “Por supuesto que sí, ¡Usted es muy inteligente!”.
Aquel día, el sueño que siempre había estado alojado en su corazón, se reavivó y Esperanza no lo ignoró más.
Ella continúa: “Mi esposo dijo: “Ya para qué, si usted está muy vieja, eso es para mentes jóvenes. Pero él no sabía que mi mente sigue siendo joven y que tiene sed de conocimiento. Mi hijo menor, vio eso en mí”.

Esta madre decidió no hacerle caso a los "no" para sacar el colegio

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Sentir culpa por querer cumplir su sueño

Esta guerrera, quien trabaja en servicio doméstico cinco días a la semana, se decidió y matriculó.
Se compró el uniforme y se preparó. No obstante, el primer día de clases, alistó su salveque y justo cuando se marchaba, hubo un intento por aplacar su impulso: “Unos minutos antes de irme, mi esposo se colocó frente a mí y pronunció estas palabras: ¿Usted está segura de lo que está haciendo? Lo que les pase a los chiquillos y lo que pase en la casa por no estar usted, es culpa suya. Y detrás de él, mi hijo mayor: sí, es su culpa. Solo pensé: ¿Los chiquillos, con 15 y 18 años? Salí de mi casa con el corazón y la conciencia hechos un puño, pero me fui”.
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Prosigue: “En una ocasión, le pedí ayuda a mi hijo mayor con la tarea de inglés y él me contestó: usted se metió en esto, usted tiene que ver cómo lo soluciona; entonces busqué solucionarlo. Hubo barreras, pero siempre las salté. Conté con la mano amiga de grandes seres humanos, como mi compañera, amiga e hija, como le digo yo, una joven de 26 años que fue mi pilar y hoy también es bachiller, o mi profesor de matemática, que desde sétimo fue mi inspiración”.

Mejor promedio

Determinada a lograr su objetivo, Esperanza cursó los cinco años de colegio y en todos se eximió, incluso, en décimo logró engalanarse como el mejor promedio institucional.

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Su graduación fue este viernes 18 de diciembre del 2020, en un año en donde la virtualidad también la puso a prueba.  “En un principio lloré mucho y me frustré, ¡Yo no sé usar una computadora! Gracias a Dios y al apoyo de muchas personas que me ayudaron para cumplir con las clases virtuales, hoy puedo decir que, soy bachiller a mis 46 años. Definitivamente mi hijo menor no se equivocó cuando me dijo que sí podía”.
“Ma”, como le decían sus compañeros de clase, asistió a su graduación con su hijo menor.  Lució más hermosa que nunca, porque su belleza venía del alma, se arregló el cabello y maquilló las cejas. Como ella dice “ni el cubre bocas evitó que se notara su sonrisa a través de la mirada”.
Al finalizar el acto de graduación, fueron a mostrar su título desde el carro a su mamá y hermanos. Compraron un par de tacos para celebrar y cerrar la noche con el corazón lleno de orgullo y alegría.
Ahora con bachiller en mano, su siguiente meta es un curso en informática y un técnico para costearse la carrera y convertirse en profesora de matemática. 
Periodista: Wendy Arias
 

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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