En Turin, Italia, las luces de las casas son lo único que ilumina la ciudad en la noche. Nadie come en restaurantes, nadie baila en una discoteca, nadie está cantando en un concierto.
En la cocina de su apartamento se toma un té caliente Lorraine Cordero, una costarricense de 35 años de edad que llegó proveniente de San Ramón, hace 3 años a Italia, junto con su hija de 15.
Llevaban en su maleta de viaje todo lo que se ocupa para vivir, estudiar y trabajar en un país maravilloso sin advertir, ni en broma, ni en sus peores pesadillas que en este 2020 un virus arrodillaría a esta nación que hoy cuenta por miles a sus muertos, víctimas del COVID-19 (al dia de hoy suman 15,362 personas fallecidas por coronavirus en Italia).
Es casi la medianoche en Italia. Le digo a Lorraine si me quiere dar la entrevista cuando amanezca allá. “Hablemos ya, no tengo sueño”, me dice con voz tranquila. Ella en Turín y yo en Costa Rica. ¡Bendita sea la tecnología!.
“Le pedí que se cuidara pero me dijo que era gripe”
Lorraine trabaja dando soporte y seguimiento a un señor de 89 años de edad en la casa de este. Se llama Massimino Burato, y fue su hija, Liala, quien contrató a Lorrein. “Ella es mi patrona pero se ha convertido en mi familia”, asegura. Nunca ha sido más probada y valiosa la amistad sincera, como en estos tiempos de pandemia.
Lorraine, en la casa del señor Burato, trabaja por horas. El encargado de asistirlo siempre es Rodolfo, un peruano que lo cuida las 24 horas del día (este oficio se llama “bajante fisso” en Italia) y en su tiempo de descanso es animador de eventos.
“Un día llegué para hacerle las horas libres a Rodolfo y noté que estaba enfermo, tosía y se veía mal. Es una gripe, me dijo. Todavia aquí, en Turin, no hablábamos de pandemia. Yo le pedí que no se expusiera, que se cuidara mucho y en las noticias uno veía lo que estaba pasando. Repitió que era una gripe nada más”, cuenta la costarricense.
“Esa fue la última vez que lo vi”. Y hace una pausa en su relato.
Rodolfo tenía coronavirus COVID-19.
“Positivo, así fue la llamada que recibí”

Lorraine celebró navidad con don Massimo y su hija (Foto: Lorraine Cordero)
En el plan de la tica estaba quedarse sábado y domingo con el señor Burato pero cuando el día lunes llegó, Rodolfo no vino a trabajar. “Avisó que estaba en el hospital porque no podía respirar”, recuerda Lorraine.
Se le dio aviso inmediato al médico de familia que, advirtiendo una situación crítica les dio medicamentos sin saber aún si podrían haberse infectado con el coronavirus. Ante la emergencia de quién cuidaba al anciano, Lorrein se quedó a solicitud de su jefa.
En esos días la tica notó que al señor le iba y venía una fiebre extraña. El 22 de marzo tuvieron que hospitalizarlo y la orden para Lorraine fue quedarse en cuarentena aunque no tenía ningún síntoma. Además ese día le practicaron las pruebas de coronavirus a ella y al señor.
Su jefa la llevó al apartamento y al día siguiente recibió la llamada que muchos no quisieran recibir:
“El 23 de marzo nos avisaron que dimos positivo”.
“Mi primer pensamiento, mi hija”
El primer pensamiento de esta tica, oriunda de San Ramón de Alajuela, fue estremecedor: “Lo primero primero fue un temor… Dije Señor por favor no permitas que yo caiga en un hospital porque no quiero dejar a mi hija sola”.
Lorraine vuelve a detenerse. Se le quiebra la voz y prosigue: “Si uno cae en el hospital… A Rodolfo ni siquiera le dio tiempo de avisarle a nadie en su familia en Perú. Ahora está en coma. Yo tuve que avisarle a los hijos y a la exesposa, porque los contacté por Facebook y luego los llamé. Lloraron mucho. Fue muy duro”.
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Soy periodista pero como madre, el relato me estremece. La pregunta se hace necesaria:
– “¿Cómo se lo dijiste a tu hija?”
– Esa es la parte más difícil. No se lo dije en el momento. Ella vive en un apartamento, cerca de mí pero no vivimos juntas. Todos los días nos hablamos. De hecho ella me decia Mami póngase guantes y cubrebocas… A veces yo lloraba mucho yo, y cuando nos hablábamos por videollamada yo me ponía un paño en la cabeza, como que acababa de salir del baño y le decía que me habia caído shampoo en los ojos… No quería que se preocupara.”
“Un frío como hielo en mi espalda”
- ¿Cómo se manifestó el virus en tu caso?, pregunto.
- La primer cosa era un frio en la espalda, como que tenia hielo. Aunque tuviera mil abrigos, era hielo que no se quitaba con nada. Después me dieron muchas náuseas. Sólo una vez vomité, me dió diarrea durante dos días y después todos los males de una quiebra huesos: fiebre, dolor de huesos, de cuerpo”.
En este momento, Lorraine está a 8 días de terminar su cuarentena y se siente muy bien. Uno que otro dolor de cabeza en el día, pero pareciera que lo peor ya pasó.
- Te ha dejado alguna lección esta experiencia?
- Claro! Lo que vale la familia. Somos 11 hermanos muy unidos, mi mamá y mi papá. Yo veía las fotos aquí sola y llorando me decía ¿será que no los voy a volver a ver? Pensé tanto en el valor que tiene mi hija para mí, la gente que uno ama.
Lorraine recién este viernes le contó a su familia en Costa Rica que es positiva en Coronavirus, “pero la verdad es que estoy muy bien. Mi mamá se puso a llorar pero la tranquilizo porque me siento bien gracias a Dios”.
Ya esta tica y su hija tienen la vida muy armada en Italia. No piensan venirse a vivir de nuevo a Costa Rica pero claro que quieren venir a visitar a sus seres queridos y sentir ese abrazo que tanta falta hace en momentos de temor.
La entrevista se termina pero la vida continúa. Lorraine sonríe, va ganando su batalla personal, la que la ha convertido en una persona más fuerte.
NOTA: Al dia de hoy, Rodolfo sigue en coma y don Massimino continúa hospitalizado.