Un dólar, 571 colones, una cantidad que no alcanza para mucho hoy en día. Sin embargo, es suficiente para  hacer que una sonrisa brille más de lo ya brilla, una sonrisa que ni 150 transfusiones de sangre han podido borrar. Ya te explicamos..

Daniel León tiene 11 años, es amante de los videojuegos y los legos; es cuadro de honor y un luchador. Al cumplir un año y nueve meses, se le diagnosticó una enfermedad llamada aplasia pura de la serie roja, la cual le impide producir glóbulos rojos. Estos son los encargados de llevar oxígeno a todo el cuerpo. Desde entonces, las  transfusiones de sangre, las inyecciones, médicos y  hospitales son algo normal en su vida.

“Dani nos hace fuertes”

“Han sido 10 años muy cansados y difíciles, muchas veces pensamos que Dani no iba a llevar una vida normal. Pero ver cómo le va tan bien en la escuela con lo mucho que ha tenido que faltar, su fortaleza y sus ganas de salir adelante, hacen que me reconforte. Mi fuerza viene primero de Dios y segundo de él”. Dice con la voz entrecortada, Zaida Calvo, madre de Daniel.

Al inicio, las transfusiones de sangre eran cada tres o  cuatro semanas, actualmente son cada dos. El problema es que con cada una, sus órganos se recargan de hierro, provocando exceso del mismo. En octubre anterior, tras algunas reacciones alérgicas, lo médicos informaron que las transfusiones ya no están dando resultado.

Quemar el último cartucho

En un momento, se habló de transplante de médula ósea, pero los padres de Dani recibieron la noticia de que no era viable en Costa Rica.  Se recomendó una última opción que conllevaba muchos riesgos:  un tratamiento paliativo que podría tener reacciones secundarias y dañar otros órganos.

“Los doctores nos dieron una semana para decidir si aceptábamos el tratamiento, nos sentimos en el final, lloramos mucho, pero oramos más. Sentíamos que el tiempo se agotaba y buscamos otras opciones. Fue así como descubrimos que un hospital en Estados Unidos podía realizar un trasplante si no había hierro en el corazón. Con ayuda viajamos y realizamos el estudio; por dicha no hay hierro en el corazón, en el hígado sí, pero una cantidad manejable para la medicina de allá”, asegura con emoción doña Zaida.

Pruebas por todo lado y mucha fe en el corazón

A la situación de salud de Dani, hay que agregarle que a la madre, hace apenas unos meces, se le realizó un trasplante de córnea en ambos ojos, situación en la que no hace mayor énfasis, pues lo primordial para ella es la salud de su hijo.   Ella prefiere seguir luchando por Dani e ir recuperándose de su propia operación sin hacer mayor alarde de tanto sacrificio.

En Estados Unidos el tratamiento es factible pero ya se sabe que  ni su hermano mayor  ni los padres son compatibles  para el trasplante de médula ósea. En el centro médico donde ya se dio luz verde al procedimiento, hay 10 donadores que sí lo son. Sin embargo, el costo es de casi un millón de dólares, un monto muy elevado que debe ser cancelado para el próximo primero de junio, pero que en fe ellos lo ven posible.

¿Cómo ayudar?

“Si un millón de personas dona, cada una un dólar (¢571,14 ), podemos costear el tratamiento. Mi esposo Alex León, mi hijo mayor Kendall, Dani y yo hemos estado juntos en este proceso, pero necesitamos de más personas, de su oración y su donación. Nunca pensé que estaría en esta situación. Uno siempre piensa que estará al otro lado de la barrera, pero Dios ha querido que seamos nosotros los que requiramos ayuda y la verdad es que soy bendecida por eso. Creo en el corazón de las personas “, concluye doña Zaida.

Daniel, está ilusionado y feliz con la opción que ofrece este tratamiento y usted puede ser cómplice de su sonrisa. Si querés donar 1 dólar o más, ingresá a  https://www.facebook.com/teamdanihelp/, Team Dani  -Travel and Medical Funds, que es el sitio en Facebook oficial para que te enterés de toda la información.

“Estoy muy contento, ya quiero ir a curarme, les pido que me ayuden con un dólar”, pide este pequeño  gran luchador.

Escrita por: Wendy Arias, periodista.

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Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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