“Las niñas no juegan con carritos, los niños no se divierten con muñecas, las mujeres no juegan fútbol, los hombres no lloran y tampoco bailan”. Estas siguen siendo etiquetas comunes en nuestra sociedad que alimentan el bullying -acoso escolar o intimidación- que ataca a muchos niños que rompen esquemas para hacer realidad sus sueños.
La historia de Edwin Mejías, protagonista de la obra de Teatro Maléfica que se presentará en el Teatro Melico Salazar, es una de estas en que la fuerza de una pasión ha podido más que el bullying; esta fuerza tiene, además, una voz que la alienta; en este caso la de su madre. Con sus 11 años de edad, le palpita el corazón con cada salto, vuelta y diferentes pasos del ballet clásico.
Edwin y su madre se han enfrentado a críticas, señalamientos, burlas y todo tipo de comentarios despectivos.
El apoyo de una madre
Hace más de un año que este niño realizó su primera audición. Durante este tiempo ha visto a muchos de sus compañeros irse producto del acoso psicológico e incluso él ha pensado en retirarse. Pero han podido más las ganas de presentarse en un escenario y mostrar su talento ante cientos de personas.
Su mamá, Laura Guerrero nos cuenta: “desde siempre le gustaba estar en todo y yo lo apoyo. Llegaron a la escuela -donde cursa su quinto grado- a hacer audición, ganó y le encantó. Él llegó todo inocente a contarle a sus compañeros que había ingresado a ballet y ahí empezó el bullying. Le decían cosas horribles que iban desde: eso es para niñas, hasta maricón. Lo peor es que esto viene de los adultos, la gente piensa que va a salir al escenario en tutú y no es así. Tuve que hablar con la maestra y ella con los compañeritos, pero lo más complicado fue empoderarlo a él. Una sonrisa no debe apagarse por las etiquetas crueles de la gente”.
Oídos sordos al bullying
Edwin nació con una malformación poco común en su brazo izquierdo llamada sindactilia, misma que le ha llevado al quirófano en dos ocasiones para reconstruir su extremidad. Esto nunca ha sido impedimento para desenvolverse o luchar por sus anhelos. Es buen estudiante, practica teatro y es un defensor de su sueño. Ha hecho caso omiso a los comentarios negativos y se ha dedicado a especializarse en ballet. Como resultado: el próximo ocho de octubre se presentará en el Teatro Nacional con la obra Maléfica en la que dará vida al príncipe de la historia.
“Estoy orgullosa de verlo crecer, le doy gracias a Dios de verle fuerte, ingenioso y decidido, pero no ha sido fácil. Los padres debemos apoyar cada una de las destrezas de nuestros niños, sin etiquetar. Porque los comentarios negativos pueden ser muy hirientes y frustrar muchos sueños.” Aconseja esta mamá que no suelta la mano de su hijo.

Madre e hijo creen en un sueño y le siguen ganando al bullying
¿Qué opina Edwin?
Este talentoso bailarín de ballet, nos cuenta por qué vale la pena luchar por lo que nos gusta. En su voz, esto es lo que dice su alma: “El ballet me hace feliz, me gustan las clases, el estilo. Se pueden interpretar varios personajes, estar en varias obras, hacer tipos de baile. Yo le digo a los adultos que dejen que los niños elijan, no solo las mujeres ciertas cosas o los hombres otras, es cuestión de gustos. Que se animen a hacer lo que les gusta, a mí me gusta el ballet y lo disfruto mucho”.
Madres y padres que no apoyan
En este caso, la madre de Edwin ha sido su principal apoyo pero ella es excepción.
La maestra de ballet del niño, Alice Mata, asegura que son muchos los casos de deserción debido a que los padres no aceptan que su hijo baile: “Cuando creé la escuela Ballet Clásico Masculino, precisamente pensaba en todos esos chicos con talento que no eran apoyados. Mi hermana Belsen Mata y yo cuando empezamos decidimos iniciar el proyecto que beca por completo a todo aquel niño que quiera bailar, apruebe la audición y sea menor de 12 años. Fuimos a muchas escuelas a realizar audiciones y es increíble ver como el principal obstáculo son los adultos. Algunos centros educativos dijeron no, alegando que no podían fomentar eso”.
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Papás avergonzados
La profesora comenta que muchos papás no ingresan a la academia porque no quieren verlos ni siquiera ensayar y les da vergüenza decir que sus hijos, varones, practican ballet.
La ignorancia sobre este arte los hace avergonzarse sin saber que no son las mismas técnicas las de mujer que las del hombre. “He visto a niños con muchísimo talento irse porque los señalan”, lamenta la profesora.
Escrito por Wendy Arias, periodista.