Periodista: Lorena Bogantes

El protagonista de esta historia no estuvo para contarla él mismo, así que fue a Patricia a quien le correspondió reconstruirla con los recuerdos que tiene de su hijo Maicol, un joven que a los 16 años y cursando décimo año de colegio decidió que ya no quería vivir más. La causa: el bullying.

La situación que no todos conocían

Maicol tenía una particularidad, posiblemente desconocida por quienes buscaban hacer de su diario vivir una misión imposible, él tenía el denominado Síndrome de Asperger (es un trastorno del desarrollo, considerado como un trastorno neuro-biológico que se manifiesta en parte en la dificultad de relacionarse con los otros).  A simple vista este Síndrome no se notaba pero esto no le permitía actuar de la misma forma que los demás.

Sin embargo su diagnóstico oficial se dio hasta que ingresó a sétimo del colegio, aunque el corazón de madre de Patricia, sabía que en su hijo había algo diferente, que podría ser Asperger y por eso buscó por su propia cuenta, cómo informarse para conocer más del tema.

Estas sospechas iniciaron en quinto de la escuela cuando Maicol tuvo que hacer una carta sobre los momentos felices de su vida, y le pidió a su mamá que le revisara únicamente la ortografía sin que le dijera nada sobre lo escrito. “Mami, yo te la voy a dar para que me la corrijas, pero prométeme que no me vas a decir nada de la carta” le dijo. Patricia, aunque como lo prometió, no le hizo ningún comentario, notó que la felicidad de su hijo llegaba hasta antes del cuarto grado, cuando ya había empezó a ser víctima de las bromas, rechazos y burlas de sus compañeros.

A pesar de todo ese calvario, Maicol contaba con la amistad y apoyo de Valeria, quien más tarde fue la que le contó a Patricia sobre el acoso. Además, en sexto grado su maestra se dio cuenta de que algo sucedía. “¿Qué es lo que pasa con Maicol? Es un rechazo increíble, yo me acuerdo que eso no pasaba en tercero” le dijo, y le recomendó llevarlo donde un psicólogo. Y entre lágrimas le contó también una de las cosas que constantemente le hacían y que Patricia jamás olvida: “En el comedor, él llega a una mesa donde están todos sus compañeros, se sienta y automáticamente todos se levantan y lo dejan solo.”

Hoy su madre recuerda: “Esa maestra fue un gran apoyo para mí, porque la de quinto se ponía en las mismas que los compañeros, y a mí eso me dolía enormemente”, comenta Patricia.

Cuando llegó el momento de empezar el colegio finalmente un neurólogo le confirmó el diagnóstico de Asperger. “Yo considero que los estudiantes en el grupo tienen que saber que él es así no porque él quiere” le sugirió a la orientadora y ella simplemente le indicó que eso no se podía hacer. Y esta ignorancia, asegura Patricia, fue lo que les dio pie para hacer de sus diferencias objeto de burla y rechazo.

Por su parte, ya en su casa sabían que él prefería quedarse en su cuarto antes que participar de una fiesta familiar por ejemplo, o salir al parque o acompañar a su mamá a hacer mandados. “Yo siempre le respeté su espacio”, comenta Patricia quien además ya comenzaba a tener ese “miedito” de que su hijo decidiera algo radical, como quitarse la vida, especialmente cuando lo veía depresivo.

Recuerda que ya estando en décimo, una vez conversando él le dijo: “No se preocupe mami, que ya yo me gradué en hacerme el tonto cada vez que me molestan”, pero esto no era tan real como lo decía, porque siempre había algo que lo afectaba y se fue acumulando dentro de él.

Y ese temido instante llegó

“Venían exámenes, Maicol se estresaba montones, el día domingo yo lo sentí intranquilo pero compartió con nosotros y hasta vimos una película; llega la noche, lo que normalmente hacía antes de dormir era despedirse de mí con un beso en la frente y no lo hizo, nada más dijo “buenas noches” y se fue para su cuarto. Yo le pregunté, “¿Maicol te vas a levantar temprano?” porque normalmente se levantaba a las tres o cuatro de la mañana antes de irse para el colegio y no hubo respuesta”, recuerda Patricia.

Durante la noche escucharon bulla, como que alguien estaba levantado pero no les pareció relevante. A la mañana siguiente, Patricia se extrañó de no ver la luz encendida, buscó a Maicol en la casa y no lo encontró, entonces pensó que estaba donde alguno de sus familiares que viven en el mismo lugar, sin embargo no fue así. “Nosotros tenemos el cuarto de pilas abajo (donde él solía estar), y como a las 5:30 de la mañana yo bajé y lo encontré… él se había ahorcado.”

Para esta madre, esa escena será cruelmente inolvidable: “Muy duro, muy duro es eso porque uno se cuestiona muchas cosas, muchas situaciones y nunca dejo de cuestionarme, uno no para de hacerse muchas preguntas, como el qué pude haber hecho”.

A su lado dejó una carta donde decía que ya lo había intentado varias veces (quitarse la vida) , y además expresaba  “palabras sumamente ofensivas hacia la vida, él no quería vivir, decía que para seguir llevando esa vida que él llevaba prefería morir”, y todo por causa del bullying, el irrespeto y la falta de comprensión que recibió a lo largo de los últimos 6 años.

Poca información y formación en las instituciones y hogares

Patricia sabe que aunque siempre tuvo una relación muy cercana con su hijo, a esas edades no suelen hablar de situaciones de acoso o violencia en los centros educativos. “El gran problema del bullying es que ellos no cuentan nada, yo hasta después de que Maicol fallece me di cuenta de muchas cosas que le hacían.”

“Yo sé que en el colegio la muerte de Maicol fue un precedente. Muchas veces me he cuestionado por qué tenía que ser mi hijo, pero espero que si tenía que ser así, esto haya servido para un cambio. La gente no sabe el gran daño que le hacen a un muchacho del que se pasan burlando”.

A casi tres años de que Maicol tomara la decisión de quitarse la vida, en su casa no hay día que no se le recuerde, y aunque revivir esos duros momentos para contar esta historia no fue fácil, confía en que su impactante testimonio sirva para que otras mamás puedan detectar a tiempo situaciones que pueden estar ocultando sus hijos, por miedo o desconfianza y para aquellos que más bien propician las bromas y burlas en las aulas o fuera de ellas que sepan que esos actos pueden traer consigo terribles consecuencias.

(Lea el primer reportaje de esta serie: “Fernanda, la tortura de “caer mal”, en el siguiente enlace https://lizethcastro.tv/noticias/fernanda-la-tortura-de-caer-mal )

 

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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