Quedarse en casa es el llamado en estos días de Covid-19. Realidad que nos coloca ante un panorama de reorganización de rutinas. Si para una familia de 4 miembros es complicado,  ¿Se imagina cuidar de 32 hijos?.

Doña Melba Jiménez de 68 años de edad y su esposo Víctor Guzmán de 72, lo logran.

COVID-19 tiene a los 32 hijos a puerta cerrada

Casa de Pan es el nombre de esta familia conformada por los padres, 27 menores de edad y cinco adultos jóvenes, las edades van de los tres a los 21 años.  El PANI le envía a doña Melba y don Victor,  niños y jóvenes que necesitan un hogar con amor y es así como el milagro del amor hace posible que estén jutos en esta misma casa con una mamà, papá y hermanos.

Doña Melba, contó a nuestra revista digital vía telefónica, cómo han enfrentado la cuarentena.

“Hemos vivido una reorganización que debemos tener todos, con roles para todos, pero no me siento estresada ni nada de eso, yo ya estoy hecha de esta pasta”. Enfatiza doña Melba asegurando que, si ninguno de los niños está enfermo, ella está en paz.

Prosigue: “Reforzamos las medidas de higiene, ya se saben de memoria el protocolo de salud y lo siguen tal cual. No recibimos visitas, ni siquiera a los chicos de Trabajo Comunal Universitario (TCU)”

“Todo tiene un propósito”.

Asegura doña Melba:  “Recordamos que todo esto tiene un propósito. Es un momento para pedir a Dios, por eso todas las noches, nos reunimos en la sala, algunos en el suelo porque ya casi no cabemos (risas) y hacemos un devocionario Cristiano. Pedimos por el país, las familias y todo el mundo. Mis hijos son todos muy lindos, unos dan gracias por tener una casa, otros una familia grande o por papá y mamá. Cosas que ni yo sabía que agradecían tanto”.

La familia se despierta temprano, cada uno tiene una tarea asignada según su edad, hay gallinas que alimentar o perritos que bañar.

Tras cumplirla, hay un espacio para jugar, en donde los más grandes van guiando a los más pequeños para que todos participen, como es el caso del trampolín.

Los horarios de estudio también están establecidos, así como las horas de comida, momento que comparten todos en la mesa.

Don Víctor, dedica el día a cuidar de los niños y a mantener los alrededores de la casa. Doña Melba, lava durante la mañana, mientras alterna con otras tareas y a eso de las 3:00pm todos están listos para reunirse con un juego de mesa.

¿Y las peleas?

“Cuando hay una discusión, los invito a pedirse disculpas, sin preguntar cuál tiene la culpa ni por qué. Luego de que se perdonan, les pido que se den un abrazo y sigan jugando”. Explica esta valiente mamá.

“De la comida se encarga Dios”

“Yo le dije a Dios: yo le cuido a sus chiquitos, Usted se encarga de lo demás. Un día de estos no teníamos alcohol en gel y yo buscando por todo lado. Tocaron el timbre, fuimos al portón y había dos galones. Gracias a quien haya sido. Me regalaron cajas de tomate, hice salsa, la guardé en cajas de leche y ahí la vamos gastando. Así con todo”. Dentro de las medidas de higiene, hay un solo encargado de ir a hacer “los mandados” fuera de casa.

Al llegar, debe bañarse, cambiarse de ropa, desinfectarse y continuar con el protocolo que dicta el Ministerio de Salud.

El portón de Casa de Pan, está cerrado al ingreso de visitas por seguridad de la familia, sin embargo, las puertas del corazón están abiertas para todo aquel que desee colaborar.

Usted puede tocar el timbre y dejar los víveres, ellos saldrán o bien, llamar al número de teléfono: 8921 7753.

Periodista: Wendy Arias 

 

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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