El 20 de marzo, con el corazón saltando de alegría y sintiendo más ganada la batalla, Rebecca colgó en su carro un cartel que decía “La última quimioterapia de mi hija”. Alanis, con apenas 13 años, jamás olvidará ese trayecto de su casa al Hospital, ni los detalles, ni los diagnósticos, ni la pelea, porque esta es la historia de una pelea por la vida, donde el amor va ganando.

Alanis tiene 2 años de dar la batalla por su vida
Así empezó la lucha…
Fue a los 11 años cuando se detectó que algo sucedía en el cerebro de la hija mayor de este hogar. Primero llegó a la Clínica de Alajuelita con intensos dolores de cabeza, donde resolvieron que se trataba de una migraña.
Por supuesto que ni cosquillas le hizo el tratamiento y todo empeoró: Cuando llegó a convulsionar y tener muchos vómitos fue necesario que la vieran en el Hospital de Niños.

Alanis fue internada en el Hospital de Niños con hidrocefalia
“Dios tuvo misericordia de mí”, nos dice su madre con la voz entrecortada. “Yo no sé que hubiera pasado si ella no estuviera con vida”, confiesa. Y es que, la vida de Alanis, verdaderamente estuvo en peligro.
Y una cosa llevó a la otra…
Al llegar al Hospital de Niños, se supo que Alanis tenía hidrocefalia. Un neurocirujano la intervino para que el agua tuviera “por donde salir” colocándole una válvula especial. Pero, entonces, vendría otro diagnóstico y quien nos lo cuenta es la misma Alanis: “Se llama Gioma de bajo grado ubicado en el cerebro en el ventrículo izquierdo. Gioma, con “g” de gato”, nos aclara.
Los giomas son tumores que crecen en el propio tejido nervioso y por estar localizados en el cerebro de Alanis, eran inoperables. “Lo que han hecho es irlos secando”, explica la madre. Ese tratamiento tuvo efectos adversos en la niña.

Las quimioterapias provocaron un efecto adverso en Alanis
Vinieron las quimios…
Luego de colocarle la válvula en el cerebro, vinieron las quimioterapias.
Y en el corazón de esta niña hay una particular sensación de alegría al hablar del tema: “No me daba perecilla ir a las quimios porque pude estar más con mi papá. Antes de esto, no lo veía tan seguido. Pero con esto, él siempre me acompañó y eso era muy bonito”, recuerda con una sonrisa.
Los padres de Alanis están divorciados y sin duda, esta experiencia de vida sacó lo mejor de cada uno.
Esta situación ameritaba todo el apoyo para dar la lucha, porque la reacción a algunas quimioterapias fue devastadora: Alanis dejó de caminar, de escribir, de sentir sensibilidad en algunas partes de su cuerpo, y llegó a pesar 32 kilos.

Alanis llegó a pesar 32 kilos
Angeles en el camino
Aquella chiquita de 11 años, tiene ya 2 de estar en la lucha y posee una enorme claridad al mencionar el primer ángel que ocupa un lugar especial en su corazón. Cuando le pregunto, toma aire pero las lágrimas no pueden dejar de salir: “Mi primer ángel de verdad, de verdad, es mi hermanita. Yo le había pedido a Dios una hermana y por dicha está aquí”.

Alanis “Mi hermanita es mi mayor ángel”
Mientras estaba internada, las ganas de vivir de Alanis tenían mucho que ver con las videollamadas que se hacía con Cari, de 6 años: “Mi hermanita me decía que me extrañaba mucho, que me quería ver, que deseaba que yo regresara a la casa, que me mandaba besos…”. Eso era combustible para el alma.
Alanis menciona otros ángeles que le daban impulso: sus papás, su padrastro, sus abuelos maternos y paternos, su primo mayor que se rapó también cuando a ella se le cayó el cabello, la mejor amiga de su madre, toda la familia y sus amiguitas de escuela.
Con toda esta batalla comprendemos mejor por qué su mamá, el pasado 20 de marzo de 2020 hizo cartelitos que decían “Mi última terapia”. “Había que celebrarlo de alguna manera”, dice Rebecca.

Alanis tuvo su última quimioterapia el 20 de marzo de 2020
Una escuela presente
En el momento de las quimioterapias, Alanis cursaba su sexto grado. Y ¿saben qué? A pesar de todo, esta guerrera se graduó. La mamá sentencia: “Ah sí, por nada del mundo tiene que dejar de estudiar”. Así que la coordinación entre la Escuela Abraham Lincoln de Alajuelita y las maestras del Hospital de niños, transcurrió de forma fluida.
Además, de la propia Escuela, los maestros se unieron y hasta le llevaron diarios a este hogar en apuros. La solidaridad se vistió de fiesta.
Un día antes de la graduación, Alanis estaba internada. El día de de la graduación “le dieron la salida a las 10 y se graduaba a las 12. Viera el carrerón que nos pegamos”, recuerda la madre. “Teníamos el uniforme y todo y llegamos a la Escuela”. Ahí le hicieron un homenaje a la estudiante más luchadora y por supuesto esa fue la protagonista de nuestra historia.
Alanis, guerrera como es, nos dice cuál es la lección de este episodio de su vida: ““Cuando me ponían la quimio me dolían mucho las venas. Yo pensé -y esto no le va a gustar a Mami oírlo- ¿por qué a mí ?, ¿por qué no me muero?, porque me dolía mucho. Pero gracias a eso tengo vida y tengo a mi familia más unida. Y eso es lo que importa”, concluye.
Hoy, Alanis cursa el segundo año de colegio, ya tiene recuperada la mayoría de sus facultades y sonríe con toda la ilusión de ser un ejemplo inspirador de que toda lucha llena de amor, vence.
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