El pasado domingo, 59 personas no regresaron a sus casas aunque simplemente fueron a un concierto de música country en Las Vegas. Pero pudieron haber sido más de no haberse presentado actos espontáneos de personas que se arriesgaron y se convirtieron en escudos humanos para salvar a los demás.
Lluvia de plomo
El atentado que sufrieron los asistentes al concierto la noche del 1 de Octubre, fue perpetrado por un hombre norteamericano de 64 años llamado Stephen Padock a quien hallaron muerto en la habitación desde donde disparó en el Hotel Mandala Bay.
Desde el piso 32 este hombre, adicto al juego y con licencia para pilotear aeronaves y para cazar, decidió disparar durante 9 minutos. Se aprecia en los cientos de videos que circulan en youtube, que en los primeros 30 segundos del tiroteo, el sonido de la balacera se confunde con la música.
Luego, los músicos se detienen y lo que se escucha es el pánico en una de las calles de la que es conocida como “La capital del entretenimiento mundial”. No era para menos: Más de 500 personas están heridas y casi 60 fallecieron.

Las Vegas fue el macabro escenario de muerte este 1 de Octubre
Héroes en medio de la sangre
Navegando me encontré estas historias difundidas por Telemundo. Por ejemplo la de un hombre que por proteger a su esposa recibió los balazos y falleció. O el de un joven a quien un desconocido le hizo un torniquete con la faja para que no se desangrara.
También destaca la historia de un joven que recibió una bala que perforó uno de sus pulmones pero eso no fue impedimento para que salvara la vida de al menos 30 personas. Su nombre es Jonathan Smith, un mecánico de 30 años que asistió con 9 integrantes de su familia. El hombre contó que, cuando comenzaron a sonar los tiros, corrió con su familia hacia un estacionamiento para discapacitados y de inmediato regresó a la zona de fuego para buscar a sus sobrinas que se habían separado y extraviado.