Jennifer soñaba con ser gimnasta y colgar en su pecho medallas. Simplemente una cosa parecía ser su principal obstáculo: nació sin piernas. Aquél “fenómeno” visto así por la mujer y el padre que la engendraron, hizo que ellos la abandonaran. Una familia con tres hijos, entonces, encontró la excusa perfecta para amarla y su madre cuenta que no lo pensaron dos veces para la adopción.
Pero ¿qué pasó con el sueño de ser gimnasta? Jennifer lo es. Y además en los Estados Unidos es una de las atletas más respetadas porque en efecto tiene en su cuarto colección de medallas. De las mejores porque aprendió que nunca hay que decir “No puedo”. Su primer entrenador fue su padre y Jennifer encontró su propia técnica. Saberse fuerte la ha hecho invencible.
Esta es la increíble historia de una mujer que decidió desafiar al sentido común y tomó el toro por los cuernos.