Dos noticias: el tema de la belleza duele y la segunda es que puede dejar de doler.  Esto sucede con jovencitas a quienes he entrevistado. Algunas no quieren dar su testimonio, pero esta muchacha me dijo:  “No importa,  le quiero decir a otras que no hagan lo que yo hice. Esto es como irse matando. Anorexia y suicidio tienen relación. Ya le cuento. Todo esto es una estupidez.”, me dice sacando fuerza de flaqueza.

Así la conocí

Toqué el timbre de una casa lujosa donde vive una muchacha que se revuelca en su miseria.  Cree que es gorda, que no calza; que es fea, que no merece nada. Tiene 20 años.  Le hicieron una broma en la escuela y su alma no tenía chaleco antibalas.  La broma le perforó el amor propio para el resto de la vida.

La veo hermosa pero ella pareciera tener un rótulo pegado en la frente que dice “Soy insignificante”.   Pálida, pegada al hueso, se sienta a contarme lo que ha dejado de vivir, que es más que lo vivido.  Eso es lo que más lamenta.

Nos atiende en la sala de la casa, a la par de una chimenea apagada. Qué sillones más lujosos para alguien que los ocupa para llorar sus pobrezas.  Una chiquita herida regresa al pasado y empieza a hablarme.  La mamá está acá y es la primera en llorar. Lo hace en silencio, limpiándose los ojos; si fuera así de fácil limpiar el alma!.  Ver a su hija muriendo cada día un poquito es ir muriendo ella misma.

“Yo no sabía que una broma me iba a tumbar así”, nos cuenta. “Yo creo que estoy intentando salir adelante. Ya me como una manzana en la mañana”, y la mamá asiente con la cabeza.  “Me la como sin mentir, porque antes le decía a mami que estaba llenísima y la verdad es que había botado en el patio lo que supuestamente me había comido”.  Y la mamá clava los ojos en el piso.

Lo perfecto no existe

“Uno vive en un mundo de apariencias.  Me dijeron que estaba gorda y yo no estaba preparada para la broma de mis compañeros, que lo único que querían era que les regalara un pedacito de chocolate de mi merienda.  A partir de ahí me veía horrible. Eso lo vivo desde los 10 años. Imagínese!”, y toma agua.

En 10 años, esta jovencita le ha ordenado al espejo gritarle improperios;  los pide, los recibe, los aplaude. Se castiga.  Me queda más que claro que el espejo no nos dirá algo que nosotros no nos hayamos dicho antes. 

“Yo quería ser perfecta. Lo perfecto no existe. Ahora en la terapia quiero hacerle caso al psiquiatra. Lo perfecto no ha nacido todavía. Soy quien soy. El que me quiera así, pues sí”.

La escucho y creo que el gran problema no es que “los demás me quieran” sino que yo misma lo haga. Y ahí es donde digo que el chaleco antibalas te protege: el protegerme a mí misma de mis propias opiniones negativas, me hace más fuerte. 

La autoestima no es un lujo es una necesidad

La incapacidad para amarse ha llevado a esta jovencita a deshacerse de las horas de comida, estudiando mucho. Con poca energía, tiene notas sobresalientes en la universidad. Hay una lucha que una parte de ella quiere dar; y otra que es un caníbal come almas que vive dentro.

Anorexia, le llaman.  La madre de esta muchacha me dice que es un suicidio a pellizcos, que por eso ella quiere arrebatarle a la muerte a su hija. “Yo voy a seguir luchando. No quiero nada excepto que mi hija vuelva a ir con nosotros a paseo, tome café en la mesa, se levante rápido porque hasta eso, va perdiendo fuerza; nos diga “buenos días, quiero un jugo”.  Queremos seguir luchando.  Lo demás no importa, ni las empresas, ni nada; sólo mi hija y su vida”, me dice con voz suave, tragando grueso y tratando de no romper en llanto furioso.

“Yo quiero salir. Quiero que a nadie le pase esto. Que nadie crea las mentiras de los demás. Voy a seguir en terapia. Es muy muy duro…pero diay, aquí estoy así que todavía hay esperanza conmigo”, sonríe.

Fuckin´Perfect

Me despido de ellas. El portón eléctrico se abre suavemente y me subo al carro.  No sé qué será de ella. Sé que merece más de lo que se da a sí misma. Quisiera pensar que va a recuperar el peso de su alegría.   Quiero imaginar que anorexia y suicidio dejen de ser enemigos íntimos que viven en el corazón de esta mujer con toda la vida por delante. Quisiera pensar que todo fuera tan fácil como que Pink le pueda cantar esta canción que compuso y dice:

“Linda, si alguna vez sientes que no eres nada,

eres malditamente perfecta para mí (…).

Cambia las voces de tu cabeza,

haz que ellas te acepten,

tan complicada,

ponte feliz,

lo lograrás” 

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Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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