Cuando la pobreza nos quiso agarrar a golpes yo era muy pequeña. Eramos 5 y yo era la menor. Entonces con guantes de esfuerzo enorme mi madre puso el pecho y con guantes de trabajo, mi padre puso el corazón. Los 3 hijos aprendimos que en la vida a veces toca boxear y ver de frente al enemigo.  Mis padres nos amarraron al amor para no caernos del ring y adivinen qué?  La pobreza se bajó. Sobrevivimos.

Entonces ya estábamos grandes, pero no tanto por fuera sino por dentro porque jamás escuchamos de la boca de mis padres que la pobreza es un destino;  sí, que era una etapa, no más que eso y a pesar de ella la grandeza es posible. 

La vida nos traía más:  elegir qué ser para luego elegir qué tener.  Lo primero me hizo feliz: ser yo (uno puede elegir eso o ser lo que los demás quieren que uno sea).  Lo segundo me hizo privilegiada:  tener mi profesión.

Si me quitaran lo que tengo, todavía me alcanza lo que soy y ese es el secreto.  La buena noticia es que ambas las llevo en la sangre y tendrían que desangrarme para robármelas. 

Mi familia es sobreviviente de las voces que predicen fracaso cuando no se tiene un carro último modelo, dinero para vacacionar en la playa una semana o una cocina futurista.  Con la de carbón y luego con un único disco de gas mi madre alimentó nuestros sueños entre canciones y mi padre entre silbidos, como si no pasara nada porque eso era cierto, no pasaba nada, sucedía la vida con sus altos y bajos pero seguíamos juntos sobreviviendo y eso era suficiente para ser felices.

Hoy peleo en mi propio ring y me toca pelearme muchas veces con la frustración. Entonces me acuerdo de los guantes de esfuerzo de mami y de los de trabajo de papi y veo de frente lo que me quiere golpear;  si ellos pudieron, yo puedo, porque antes que tener, somos. Somos porque el amor no nos deja caernos.

Son esas herencias que no se firman en contratos y se estampan en el alma con tinta indeleble.  Son esas líneas que no me lee un abogado sino yo misma repasando esos capítulos escritos con el cuerpo, con sudor.  Es la vida, maestra estricta diciéndome que soy un poco peregrina y otro poco ignorante, pero soy sobreviviente y esto es sólo una etapa.  Hay que poner el pecho y el corazón en la pelea porque también esto pasará y nada es eterno.

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Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

3 comentarios

  1. Mariana Moya Araya on

    Excelente Lizeth creo que a muchos nos ha tocado vivir experiencias como las tuyas.
    Me identifico mucho en mi hogar con mucho amor mis padres se sacrificaron mucho para darnos los estudios y siempre buenos consejos para que fuéramos personas de bien.
    Con “limitaciones” económicas pero siempre el gran ejemplo de ellos juntos luchando por sus hijos.

  2. Me encantó!!!! Ciertisimo!! Muchos nos seguimos poniendo los guantes, gracias por compartir!! Este es el tipo de periodismo q necesitamos.. gracias por no darte por vencida!

  3. Heylen Zamora Jiménez on

    Así es: hay que ser, y desde luego tener mucha fe y empeño en lo que deseamos ser, en alcanzar poco a poco nuestros sueños.. en sobrevivir; eso somos. Que linda reflexión Lizeth, un abrazo ..