A la abuela de esta niña le acaban de dar la sentencia de 3 cadenas perpetuas. Veo la noticia impávida y con el corazón hecho un puño; la sentencia no me estremece sino la voz de la niña en el video. En él se ve que una bruja la asusta y le da golpes: la chiquita de unos 7 años grita “Perdón, seré una buena niña, ya no me hagás daño”. Esto ocurrió en los Estados Unidos. Resulta que el disfraz de bruja era nada a la par de la que se lo puso: una abuela trastornada que llegó a quemar a su nieta con cigarros e incluso a guindarla del techo con un cordón porque “era mal portada”. “Si no te portás bien en la noche vendrá la bruja y lo lamentarás”, le decía. La pesadilla se hacía realidad todas las noches y la agresión infantil era desayuno, almuerzo y cena. ¿Quién tendría tiempo de soñar, si la realidad es tan espantosa y la noche es una película de terror donde el protagonista es uno mismo?
A la chiquita, la salvaron; la nota no hablaba de la madre. No sé dónde estará. Pero el papá, hijo de esta mujer, sabía todo y lo avalaba. Horror de horrores. Los monstruos no están en la tele sino en la casa. La fiscal dijo que cualquiera que se siente a ver esto, es cómplice de ese infierno, y ya pidió cárcel para el padre de la niña.
Alguien ya estará ayudándole a esta almita a curarse de semejante agresión infantil. Pero habrá que empezar por convencerla de que no se merecía ser protagonista de esta película. Ella es, ante todo, una criatura con derecho a ser feliz. Ya no más tiene que gritar “Perdón” porque no es un pecado existir. Ya no dirá que tendrá que ser “una buena niña”, porque lo es. Le pido a Dios por esta criatura y la verdad le pido por la abuela y el padre, para que El se haga cargo de semejantes monstruos de la realidad.
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