Escrito por: Lizeth Castro lcastro@lizethcastro.tv
Ser mamá es un día a la vez, como todo lo importante, lo que implica lucha, como todo lo que nos trae triunfos indescriptibles o frustraciones profundas y amerita fe.Un día a la vez.
Tengo 24 años de haberme estrenado como mamá y sigo aprendiendo, subiendo -y a veces bajando- escalones; todo desde el amor, incluso los errores y por supuesto los aciertos; las disculpas y el pasar la página para escribir nuevos, desafiantes e impredecibles párrafos, todo se hace desde el amor.
Tengo una bodega con toneladas de paciencia (a veces los frascos están cerrados muy duro y me cuesta abrirlos), litros de ilusión que me tomo y le doy a tomar a mis hijas, álbumes llenos de momentos inolvidables y otros que vamos llenando y pegamos con la goma de las risas y los abrazos que la vida nos va dando.
Tengo un lapicero de tinta imborrable con la que escribo, en el corazón de mis hijas, decretos de alegría, plenitud, fortaleza y coraje, que nadie puede robarles. A veces ellas me oyen escribir esos decretos en sus almas y a veces, a la distancia, ni se imaginan que estoy escribe y escribe.
Les abrí una cuenta en el cielo sabiendo que sus facturas ya han sido canceladas por un Dios abundante en amor y rápido en olvidar los deslices.
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Mis tesoritas no pueden estar prisioneras en una cápsula; María José y Lau no nacieron para estar presas sino para brillar y volar, aunque a veces esto me dé temor. Tampoco nacieron para que yo, como una sombra, esté siempre a la par. Ellas merecen sentir la luz plena de su propio sol.
Por eso tengo un rincón sagrado en el corazón, donde hay una fe inagotable que se atreve a pedirle a Dios una protección extraordinaria para que ellas no sean nunca sus peores enemigas ni se distraigan con voces que las detengan y las desvíen de su propósito.
Un día a la vez… así es ser madre, como todo lo importante; ya es suficiente con que las agujas del reloj sigan su curso sin dar tregua, por eso mejor un día a la vez, guerreando y amando sin parar.