Ya Roy está en otra dimensión; en la que no conoce el dolor, llena de flores de colores y aves surrealistas,  paisajes espectaculares, buen café, ángeles cantando en cada esquina, aplaudiendo a las almas que supieron de bondad y amor.

Es por eso que me resulta tan impresionante que, en esta dimensión nuestra de barro, llena de confusiones por la búsqueda insaciable del éxito,, donde es fácil resbalarse  y caer en la alcantarilla del egoísmo, una anécdota de Roy me encanta.

Me cuenta el camarógrafo Fernando Lafuente que todas las navidades, él organiza ayudas para entregar regalitos a niños de comunidades muy necesitadas.  Por años Roy y él fueron compañeros en Repretel.

Roy Solano, periodista de verbo fácil, colmilludo por experiencia, comprometido al 100% con su trabajo y  Lafu -así le decimos-, camarógrafo de excelente ojo, actitud de propuesta, tenían la siguiente conversación:

– Roy, ya estoy organizando lo de comprar comida y regalos para los niños ahorita que ya viene Navidad.

– Mae, agarre mi tarjeta y saque dinero. La clave es “tal”… 

– Mae Roy, ¿su tarjeta?. No, no, mejor usted deme el dinero.

– Lafu es que no quiero atrasarlo.  Tenga mi tarjeta, vaya al cajero y saque “tanto”.  Ya ya!

Lafu dice: “Cualquier cosa que uno le pedía para ayudar, él estaba dispuesto siempre, pero siempre”.

Una tarjeta de débito o crédito es algo casi sagrado en estos tiempos;  pero cuando se trataba de dar, Roy le daba otro valor: el de convertir ese plástico en un instrumento para dibujar una sonrisa en uno o más niños.  Posiblemente para Roy, era más sagrada esa sonrisa, que la tarjeta misma.

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Esta es solo una anécdota que dibuja el alma de Roy Solano;  el periodista que amó el trajín de la noticia sucesera;  el profesional que sostenía una transmisión de 5,10,15, 20 y hasta más minutos, sin problema;  el hombre guapo que hoy obtiene su premio por tanta bondad.

No sé si se enojaría porque alabamos su desprendimiento; talvez él lo veía normal, pero no. Roy, tu forma de ver el dinero no es la usual; tu solidaridad, no es la común; tu dejar huella es especial; y el valor que le dabas a tus tarjetas, ese es todavía más raro!  Ese nombre, estampado en ese plástico, Roy Solano Chévez, hoy está impreso en el premio que recibes en el cielo, allá, adonde van las almas bondadosas como la tuya.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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