Quiero ser libre.
Tengo frente a mí al miedo y lo vuelvo a ver con respeto. He pensado en obedecerle y a veces lo he hecho.
¿Quién que sea libre le tendría miedo al miedo? Entonces me doy cuenta que eso hace difícil quitarse cadenas. Lo que me enseñaron de pequeña, lo que quise creer por el confort, lo que hasta defendí para no entrar en conflicto, todos esos son eslabones de la cadena.
Me acordé de la frase “la verdad te hará libre, pero primero te hará enojar”. Buscando supe que la dijo un tal Joe Klaas. Le dí la razón. Y me enojé.
Con rabia, me supe ignorante de mi propia luz, eso había sido tiempo perdido y empecé a desatarme para poder caminar. Ahí mastiqué un poco de la gracia de la libertad. Entonces empecé a respirar mejor, apenas un poquito mejor frente al miedo. Lo seguí viendo gigante pero supe que podía quitarle la cabeza, como lo hizo David.
Cada día, desde ese, me digo que quiero ser libre. Es que además, estoy hecha a imagen y semejanza del que viendo el caos, lo ordenó. Así que haré uso de ese parecido con mi Dios, de ese parentesco espiritual, de la herencia creativa, de la explosiva capacidad de colorear el mundo con una paleta propia infinita, en completa libertad.
Quiero ser libre. Ya estoy empezando a serlo y se siente muy bien.
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