Doña Leda vive en Esparza de Puntarenas. Ha crecido oliendo la tierra húmeda y fértil y tiene un amor profundo por la naturaleza. Esta esposa y madre de dos hijos es la típica “Mujer semilla”, que le da su razón de ser a un proyecto único en el país.
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Ella es una de las mujeres miembro del grupo que recibe un curso intensivo de 3 meses, diario, en el Centro Especializado de Agricultura Orgánica del INA. Sus compañeras son también campesinas y algunas vienen de la zona indígena.
Red de apoyo
Pero entonces, ¿cómo hacen para poder venir a clases hasta La Chinchilla de Cartago, si vienen de tan lejos?
Fabián Pacheco, director general del Centro ideó este proyecto. “Todo esto se logra con una red de apoyo que tenemos. Ellas viven en casas cerca del Centro Especializado y si tienen hijos pequeños, también contamos con un sitio especial donde los cuidan, para que ellas se concentren en las clases”. Admite Pacheco que una de las claves del éxito es contar con el INAMU y el IMAS para tejer esta red de apoyo de la que habla.
La producción y siembra de semillas, la fabricación de abono orgánico, los métodos para sacarle el jugo a la tierra sin desgastarla, son algunos de los conocimientos que reciben aquí.
“El INA gana mucho con las mujeres semilla. Ellas se convierten en líderes en sus comunidades. Aqui aprenden y allá enseñan cómo autogestionarse su propia economía”, comenta el Director del Centro.
“Aquí nos sentimos chineadas. Aprendemos demasiado porque todas tenemos la capacidad de aprender, a mí me fascina esto. Conozco del campo pero todo lo que aquí nos enseñan es nuevo para uno o es una nueva forma de hacer algo que hacíamos antes de otra forma”, asegura doña Leda.
Unas 12O mujeres ya han pasado por las aulas del INA, siendo alumnas de “Mujer semilla”. Ellas son voces que llevan al campo una forma más sana, orgánica y novedosa, de entender la conexión que debemos tener con la tierra.
1 comentario
Me gustaría participar en el curso mujer semilla