La vida no es justa. No es ninguna novedad esto que me estoy diciendo frente al espejo al recibir un “no” por respuesta, a algo maravilloso que le propuse a alguien que no creyó que fuera tan maravilloso.
Tan no es justa la vida que ni sé por qué me fue dado el regalo sin precio de haber nacido en un país sin ejército cuando a la par, el vecino, tan pobre como nosotros, gasta millones en armas. Es algo que no entiendo, lo agradezco pero no lo entiendo.
Tan no es justa que no sé por qué el compositor y cantante Charles Aznavour, a los 94 años está dando un concierto en París y mi hijo apenas llegó a las 13 semanas de gestación. Tan vivo uno como el otro; uno canta, compone, se burla de la preocupación idiota de algunos por algo que va a llegar, la vejez; y el mío, mi hijo, lo imagino y es enorme, tierno, se reiría duro, bailaría con la alegría, se enojaría divinamente, pero sólo alcanzo a imaginarlo y de pronto lo veo entre sombras.
No, la vida no es justa y le reparte cartas a todos por igual pero las cartas son distintas y lo que hacemos con ellas todavía más.
Que no sea justa no la hace fea, la hace impredecible.
La mujer venía de una reunión en la Iglesia y luego se tira del puente; ¿Justo para sus hijas? No. ¿Justo para la madre que estaba a la par y no alcanzó a agarrarla del brazo? No. Para nadie.
La injusticia de la vida nace con cada ser humano y la mía se me ha atravesado como un cólico que no se quita dando palmadas en la espalda. No se quita. Es del color que es. Del tamaño que es. Se estira o se empequeñece pero no tiene intenciones de desaparecer ni tendría por qué tenerlas.
Si algo no te salió, la vida no es justa aunque sí es desafiante. Por eso déjame terminar y decirte que si algo no te salió hay dos caminos: genial porque ya sabes que no era para vos y no era por ahí; o genial porque lo volverás a intentar de forma distinta. No serás la misma persona enfrentando la injusticia natural de la vida; serás más fuerte, más valiente y tendrás más sabiduría.
Injusticia es una buena excusa para luchar por lo que queres; para inventar y re inventar; para romperte los nudillos tocando puertas, ponerte crema en la noche y salir al día siguiente con las uñas pintadas a seguir tocando puertas.
Procurá en el camino hacia las nuevas puertas, disfrutar de la belleza profunda de la simplicidad y no te olvidés de agradecer el simple y milagroso acto de respirar porque hay quienes, no sabemos por qué, ya no lo hacen.
Animo que la vida no es justa. Es un regalo y a vos te toca qué hacer con él.
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