Fue apenas el pasado 18 de Febrero.  Cincuenta personas nos encontramos. El motivo era sencillo: abrazarnos.  Todos habíamos sido compañeros en el mismo lugar y ese lugar se quedó tatuado en nuestro corazón: Canal 4.

Aquél Canal y NC4 -el noticiero-, hicieron que los recuerdos de hoy sean sagrados; eso pasa cuando el lugar donde trabajas se convierte en tu hogar y tus compañeros se transforman en inolvidables amigos de camino.

El 18 de Febrero de 2023, llegamos al Salón Comunal donde se hizo el reencuentro. Han pasado entre 35 y  25 años de aquellos días y ya era mucho esperar para volver a reírnos de lo que solo nosotros entendemos, vivimos y no nos cansamos de recordar.

Gerardo Zamora llegó. Llegó, sonrió y se detuvo en la puerta, desde donde nos vio a todos.  Alguien, creo que Mau Chinchilla, me dijo: “Liz, vaya, dele la bienvenida a Gerardo”.  Fui donde él y nos abrazamos.

Nos había advertido que tal vez no iba a llegar. La conversación jamás se me olvidará.

– “Qué dicha Gera que sí pudiste venir”- lo recibí.

– “Si, Liz” –me respondió. “Nada de esto ha sido fácil, y no estoy saliendo de la casa. He tenido  cambios de humor por los medicamentos y un bendito dolorcito de cabeza necio, que ha sido más intenso cuando me acuesto, pero ya voy mejorando. El Doctor Williams, allá en el (Hospital) México, me ha ayudado demasiado con esto del dolor. Ha sido mi ángel y por eso estoy aquí”, dijo.

-“El doc Williams fue el que vio a Papi Gera. Claro que es un ángel! Qué dicha, poquito a poco vas a ir saliendo. Y de veras gracias por estar aquí. Bienvenidísimo!”, le dije volviéndolo a abrazar.

¿Y saben qué? A partir de ahí, todos nos devolvimos en el tiempo y fuimos compañeros de nuevo. Y el lugar se llenó de risas, abrazos, conversar de anécdotas, chistes, carcajadas, apodos, ponernos al día, comer, jugar, bailar -Gera prefirió quedarse sentado, muerto de risa, viendo a los que hacíamos que bailábamos- y no hubo ninguno de nosotros que no se tomara foto con él.

Con un guerrero de esa talla, todos queríamos foto y él, feliz, posaba para cada uno.

Al día siguiente, me escribió por Whatsapp:

“Gracias Liz!! Ayer fue un día de mucha luz!! Fue una bendición verles y recordar momentos tan especiales”.

Le respondí que si hacíamos algo similar más adelante, le avisaríamos. Agregué que le mandaba besos a Gi y a los chicos, y de nuevo me respondió con un: “Gracias! Igualmente”.

Gera se nos fue.  Dios le hizo una invitación más grande que la nuestra; más hermosa, más plena, más maravillosa. Nos dio chance de despedirnos y abrazarlo. Y si a él le pareció que su día estuvo lleno de luz en aquél salón comunal, qué tal la luz verdadera e infinita que su alma disfrutará ahora. 

Por siempre Gera, en nuestros corazones.

Te recomiendo leer: Roy Solano, su tarjeta de crédito y su premio

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

Comments are closed.