Leo de este joven que ni siquiera sus vecinos conocían. 16 años, parálisis cerebral, y murió pesando 11 kilos. Sus padres lo escondían, no lo alimentaban y cometieron cada día un delito que no se paga con cárcel pero que es peor que lo peor. 

El desamor. 

Si, hay quienes mueren por falta de amor.

Sus asesinos les inyectan dosis diarias de tristeza en las venas.  Estos homicidas paran a las víctimas de espaldas al paredón de la crueldad, para que reciban de frente balas de odio disparadas en gritos y golpes, indiferencia y negligencia, pisándoles la dignidad sin que el indefenso pueda pedir un segundo de tregua.

Niños que nacieron con estrellas en los ojos, han muerto ciegos de desamor. 

Adultos mayores que fueron guerreros, mueren vencidos abrigándose con una gruesa cobija tejida de olvido.

Personas con discapacidad, mueren escondidos por quienes debían dar la vida por ellos y defender el derecho a la dignidad y al propósito de vida.

Es urgente el amor.  Es ya que hay que construir palabras y caricias, preservar la luz en la mirada de los más pequeños, tejer cobijas con presencia, risas y abrazos salvadores. Compartir con el mundo lo distinto del que es distinto y luchar por esa persona que aunque no tenga voz pide a gritos sólo una cosa:  no morir de desamor.

No hay cárcel para el que comete el delito de falta de amor.  Pero sí hay castigo. La vida le impedirá ser feliz y la cosecha será tan amarga y venenosa como lo fue la siembra. 

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Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

2 comentarios

  1. Cecilia Barquero on

    Definitivamente la humanidad está inmersa es un desamor y eso se da por la falta de tener a a Dios en nuestro corazones.
    Sus palabras llegan muy profundo

  2. Mary Luz Arias on

    Duele hasta lo más profundo de las entrañas, duele el alma, duele la indiferencia! Muchos de nosotros padres de un niño o joven como es mi caso con discapacidad, agradecemos cada día el privilegio de amarlo y cuidarlo, agradecemos tenerlo 24 horas, ganarle el pulso a sus diferentes situaciones que en muchos casos comprometen sus vidas. Cada día agradezco ver su rostro, sus ojos chispeantes, su sonrisa, su silencio que dice tanto. Que nos está pasando, donde quedó nuestra humanidad.