Cada hijo es un planeta. Hay unos más fríos, otros más cálidos, unos llenos de energía vital y otros más cansados que sus abuelitos. Unos que tienen un departamento de abrazos que nunca descansa y otros que apenas saludan. Unos que son eléctricos y otros que de un ataque cardíaco no morirán.  Pero no importa.  Estoy segura que sus madres los aman y ellos las aman.  No hay discusión en esto.

Lo que quisiera comprender es por qué hay hijos que encuentran imposible hacer una llamada y saludar a su mamá. Por qué para algunos es una tarea titánica sacar una, dos, cinco noches de las 364 que nos da el año, para hacer una visita a la mamá.

Recordar y reírse no implica un gasto de dinero. Implica un básico sentido de agradecimiento y algo que es muy valioso:  tiempo.  Tiempo es lo que se ocupó para que esa madre le ayudara a crecer al hijo que hoy tiene corbata, a la que hoy anda en tacones, al que habla varios idiomas, al que anda en bus solo hacia el trabajo que le da el sustento, o a la que acaban de ascender.

¿Por qué algunos arrancaron las páginas del álbum donde la mamá les limpiaba el trasero siendo bebés, o les enseñó a caminar, o los llevó a la guardería bien temprano para irse a trabajar y recogerlos en la tarde para ir a limpiar y aplanchar a la casa en su segunda jornada de ese trabajo donde no hay salario?.

¿Era su madre una persona perfecta? No!, ¿y quién lo es?.

Madres, díganle a su corazón que ustedes son valiosas.

La indiferencia de ese hijo no borra el maravilloso acto de amor de la maternidad y esa bondad la vida la reconocerá con una o muchas bendiciones para ustedes.

No sean víctimas de la situación sino guerreras que saben que el corazón de esa hija o ese hijo tiene latidos gracias a que ustedes son parte de su milagro de vida. 

En el planeta de los hijos indiferentes, quizá lleguen a recibir algún día un visitante que les recuerde que es en vida cuando se dice GRACIAS y que las flores en la tumba son mudas y se marchitan.

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Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

1 comentario

  1. Muy cierto; pero esa madre que hoy llora la ausencia de su hijo, cómo fue de madre? Acompaño siempre a su hijo, o por el contrario lo señaló, lo ridiculizó y hasta apartó por otro de sus hijos. Cuántas palabras hirientes le pudo haber dicho esa madre a ese hijo, y ahora solo por ser mayor pretende que ese hijo la ame, cuando ella no lo amo, más que para limpiarle el trasero de niño!! No es tan fácil decirle a una madre que se merece la atención de ese hijo!!