Por: Carolina Monge. Fotografías: Sisi Escalante
Estamos en la sala de una casa en Tres Ríos, en este sillón está sentada una mamá, se llama Karol Zúñiga, tiene en brazos a su bebé de mes y medio: Khendally Esperanza -la bebé frunce el ceño, porque hay una fotógrafa y una periodista hablándole como se les habla a los bebés-. Al lado, sobre una mesita está el retrato de su papá cuando era pequeño, tienen las mismas facciones y hasta el ceño fruncido. Su papá se llamaba Gerardo Cruz, conocido por denunciar en redes sociales un caso de acoso callejero, y no está al lado de Karol, porque falleció en noviembre del año pasado a causa de un infarto producido por ataque con arma blanca que lo mantuvo en coma hasta su último día. Para una madre primeriza hablar de amor es sencillo, basta con que su bebé le ponga su manita en el pecho para encontrar hasta las definiciones que no se han inventado; pero cuando el amor no es solo recibir, sino dejar, entonces se convierte en una fuerza que lo puede todo. Este sillón se llena de lágrimas cuando Karol nos comenta que tuvo que aprender a aceptar que a su compañero se lo llevara la muerte y que a las dos semanas la vida le trajera a su hija.
Gerardo ingresó al Hospital Calderón Guardia el 7 de octubre de 2015, a las afueras del centro médico decenas de personas colocaron carteles que tenían escrita la palabra ‘’héroe’’, mientras tanto, dentro de la sala Karol y Khendally -escondida en el maternal de su mamá- le decían que siguiera luchando, por ellas. El 19 de noviembre sin recordarle los paseos al Puerto, ni contarle que Khendally extrañaba su voz para moverse como gimnasta dentro del vientre, los ojos de Gerardo se cerraron. Es normal que el corazón se destroce cuando alguien parte para siempre, pero Karol tenía que mantener otro corazoncito intacto. Hoy en el sillón recuerda ese duelo doble, de una mamá y una hija a la vez, llora y con la voz quebrada dice que ‘’hubiera deseado que él vea esta carita, el mismo camanance que él tenía y ella también… ella se me parece tanto a él… yo solo hubiera deseado tenerlo más tiempo’’.
Pero, el tiempo es también un factor determinante en esta historia e inexplicable como en cualquier otra. Luego del fallecimiento de su compañero, Karol presentó molestias en su embarazo causadas por factores emocionales, dos semanas después aún persistían, pero debía llevar una vida normal, en la medida de lo posible. Se alistó para hacer un mandado cerca de su casa y de repente, en lo que fue para ella un abrir y cerrar de ojos, todo esto sucedió: Se rompe la fuente. Va al hospital, al mismo hospital en el que murió Gerardo. Los médicos hablan de dilatación, de pulso, de latidos… números van y números vienen, pero el más importante es el 7: Khendally tiene solo 7 meses de gestación. Su mamá y su suegra están ahí, pero Karol soñó con apretarle la mano fuerte a Gerardo y reclama que no esté. Los doctores hablan del pulso de la bebé. Cesárea de emergencia. Bebé a la incubadora, tubos, respirador.
Khendally Esperanza iba a tener solo el primer nombre, el segundo apareció en el camino, por la esperanza que mantenían su mamá de que su papá viviera, pero ese 3 de diciembre la esperanza nació para Karol, como salir de un túnel oscuro a ver la luz, la luz en unas manitas pequeñitas y un latido fuerte que le recordó que se había cumplido su sueño. Aunque tiene 21 años, siempre quiso ser mamá, en sus tres años de relación con Gerardo se frustraba cada vez que la prueba salía negativa, el día que se enteró que llevaba una vida en el vientre, lloró de alegría, fue a encontrarse con él en el Parque Central y se dieron el abrazo de futuros papás. ‘’¿Por qué llegó ella y él se fue?’’, aunque la pregunta que ella misma se hace no tiene una respuesta concreta, Karol dice confiar en que Dios envió a la niña en el tiempo que más la necesitaba: ‘’el espacio de la cama de Gerardo no ha estado vacío, lo ocupa ella, nos hacemos ‘’cucharita’’ en la madrugada’’.
Khendally es pequeñita, el vestidito azul que tiene puesto le queda grande, porque aún le falta ganar peso, alzarla es como cargar peso pluma, pero su presencia es gigante, su mirada, que es la misma de la foto de Gerardo, le alivia a Karol todos los ratos en los que los cuestionamientos la atacan, esa manita agarrada de su dedo meñique es capaz de proteger a su mamá de la tristeza. Ya en esta casa no hay noches para llorar, sino madrugadas para cargar al amor en brazos, no hay pañuelos para limpiarse el llanto, sino pañales, no hay finales de una vida, sino continuaciones y comienzos. En medio de la conversación, Karol define el amor, habla de lo lindo que es una relación de pareja y del recuerdo de Gerardo que no se le borrará nunca, pero cuando toma a su hija y la aprieta a la altura del corazón, el amor habla por ella: ‘’este amor es otra dimensión… ella es la única persona que en todo este proceso siempre ha estado conmigo’’. Y basta con ver a Khendally pegadita a su pecho para comprender que tenían un vínculo desde antes, desde mucho antes.
Cada vez que le habla a su hija sobre Gerardo le dice ‘’que es la bebita de papá’’ y le cuenta que él siempre estuvo pendiente de ellas, que era un bromista sin remedio, pero su mayor característica era ser sobreprotector: defensor de ella y las hermanas de él y hasta de una desconocida en pleno San José. El día en que Gerardo grabó el video, ella se sintió orgullosa de saber que su compañero actuó cuando muchos han callado, él se puso feliz de saber que tuvo tanta respuesta positiva y que se haría famoso por algo bueno. Para él quizá fue un acto de rebeldía o un impulso de ira contra un sistema que hace parecer el acoso como un hecho cotidiano, pero cuando Khendally esté en el kínder y todos los compañeros digan que sus papás son superhéroes, el de ella lo será para siempre.
En una tarde en este sillón, Karol nos enseñó que la esperanza se viste de trajecito azul y pañales, que el tiempo es un misterio, pero el amor no lleva reloj; que el amor no es un sentimiento, sino una fuerza. Amor también es ver el cuarto de Karol convertido en un almacén por la cantidad de pañales y ropa que le han regalado personas que no conoce, solo por solidaridad con Gerardo. Amor es que a esta mujer y a su mini mujercita no les falte nada, porque el amor lo puede todo. Amor podría ser justicia, justicia que le aclare a Karol los ratos tan llenos de preguntas, justicia legal de un caso que sigue bajo investigación.