El calendario indicaba que era el segundo día del mes de diciembre, él con eso de los calendarios ya tenía dieciocho y medio en su vida; en ese tiempo muchas veces había montado una bicicleta, y ese día, lo haría una vez más.
Nada particular para aquella mañana “típica” de la época, pero, al bajar una cuesta sí que sucedió algo que marcó su vida y que hoy le tiene en una silla de ruedas: en una curva se encontró de frente con un carro que venía en contra vía.
Catorce años han pasado desde aquel día, y aunque hubo dolor, lágrimas y todo lo que conlleva un accidente de este tipo, no deja de decir gracias “porque tal vez si no vivo esa experiencia, hoy no pintaría como lo hago”.
Y es que Sergio Muñoz es, a sus treinta y dos años, un pintor paisajista que ha hecho de la pintura su modo de vivir.
Tocó muchas puertas hasta darse cuenta que lo suyo está entre pinceles y lienzos, “me costaba mucho encontrar trabajo, me decían desde no, no hay trabajo, hasta si lo hay pero el lugar no está acondicionado para recibir a alguien en silla de ruedas”.
Lejos de desanimarse Sergio lo siguió intentando, y a cada respuesta negativa le seguía la esperanza de que la siguiente ocasión sería otra la historia, como la última vez antes de dedicarse a la pintura que estuvo trabajando una panadería limpiando moldes “salía blanco de pies a cabeza” añade.
La panadería tiempo después quebraría y fue entonces cuando en esa búsqueda por hacer algo que significara un modo para vivir, que se encuentra con la que hoy es su pasión y que le ha llevado ya a tener su particular exposición.
Se trata de “Celestes de Paz y Paisajes”, veintisiete obras de Sergio Muñoz G que se pueden ver, hasta el 8 de diciembre en la Galería Isaac Barcat Art Galery, 50 metros al oeste de la Universidad Veritas en San José, este centro universitario está a 1 kilómetro al oeste de la Casa Presidencial en Zapote.
Son siete las horas al día que Sergio dedica a la pintura, su sueño es que sus obras sean reconocidas fuera de nuestras fronteras y mientras no duda en asegurar algo que él tuvo que vivir en carne propia y por lo que señala que no hay que darse por vencido: “no importa cuántas veces se cierre una puerta, algún día la oportunidad vendrá”.