En Costa Rica, el 28 de julio de 1976, un milagro de vida se hizo presente con el nacimiento de Jairo. Un bebé que a los 15 días de nacido fue entregado en adopción, una decisión difícil que aseguraba su supervivencia.
Sus padres de corazón lo llevaron a Estados Unidos, donde creció rodeado de amor. Estudió, se casó y se convirtió en padre de dos jóvenes.
Todo marcha bien, hasta que en este 2020 llegó el Covid-19. Jairo se infectó, enfermó y falleció antes de concretar el deseo de abrazar a su madre biológica.
El hombre de 44 años murió el 16 de abril de 2020, pero antes, como si supiera su fatal desenlace, contactó en Costa Rica, por Facebook y por teléfono, a la mujer que lo dio a luz, doña Zayda Sánchez, quien nunca dejó de pensar en él desde que lo entregó en adopción.
“Madre, no tengo nada que perdonarte”
El anhelo de venir a CR y abrazar a la mujer que lo trajo al mundo, no pudo ser. No obstante, Jairo logró recibir las respuestas a todas aquellas preguntas que por casi toda su vida llevó y pudo escuchar el “te amo” que siempre faltó.
Doña Zayda contó a lizethcastro.tv, la historia de este lazo que aún con los años y los kilómetros no se esfumó.
Zayda Sánchez, nos dice: “Nunca dejé de pensarlo, lloré muchas veces preguntándome si había hecho lo correcto, cargando una culpa que, pese al dolor de hoy, se calmó cuando me escribió: “Madre, no tengo nada que perdonarle, crecí rodeado de amor, fui a la mejor universidad y nunca se me mintió”.

Jairo fue adoptado a los 15 días de nacido
Carencia, la palabra detrás de aquella adopción
Esta mujer de 78 años de edad, remueve el pasado con el corazón hecho un puño y relata: “Tenía 26 años y dos hijas. Mis padres me habían echado de casa con el primer embarazo, dirán que entonces por qué tenía más hijos, eran otros tiempos. Estar en la calle, era como “carne para zopilotes”. En aquel entonces, una se enamoraba sin pensar mucho de quien. Mi hija mayor la cuidaban mis papás, la otra vivía conmigo en un cuarto. Cuando llegó Jairo, no tenía ni leche para darle. No me arrepiento porque sé que creció con comida, ropa, sin carencias y con amor. Preferí que estuviera con otras personas a que muriera conmigo”.
A oídos de aquella joven angustiada llegó la historia de una pareja que no podía tener hijos y anhelaban uno. Se contactaron. La joven resolvió dando en adopción su hijo a la pareja, y esta se fue a Estados Unidos con su nuevo tesoro.
En FB escribió “Hola, soy Jairo, su hijo”
Tras la adopción no se supo más del pequeño, hasta el pasado 08 de marzo de 2020, cuando llegó un mensaje por Facebook que decía: “Hola doña Zayda, pensé mucho en escribirle. Soy Jairo, su hijo”.

Doña Zaida quedó con las ganas de abrazar a Jairo, que creció en EU
Habían pasado 43 años, con sentimientos encontrados, doña Zayda preguntó su fecha y lugar de nacimiento, así como el apellido de sus padres adoptivos, tres datos que solo ella sabía.
Todo fue acertado e incluso envió una fotografía. Hubo unos días de comunicación, preguntas y respuestas, palabras de amor y perdón. Hasta que Jairo dejó de escribir. 15 días después se contactó para informar que padecía Covid-19.
El encuentro que pudo ser y no fue
La hermana mayor, Zayda Sáchez, también tuvo la oportunidad de conversar con Jairo, expresarle su amor y deseo de conocerlo.
Gracias a las redes sociales, compartieron fotografías y sentimientos.
Nos dice: “Nos contamos muchas cosas y nos entendimos en todas. Me enseñó a su esposa e hijos, le dije que lo amaba. Los últimos mensajes fueron angustiosos. En el último texto me escribió: “Que los Ángeles de Dios acampen alrededor de tu hogar”. Él es uno de ellos, agradezco a Dios habernos encontrado, Él me dará la fortaleza para aceptar esta historia que llevo en el corazón. Escribo poemas para Jairo y los leo, pensando que los escucha”.

Zianne, hermana de Jairo, le escribe cartas y poemas
Jairo fue incinerado
Según un mensaje que recibió doña Zayda, escrito por la esposa de Jairo, luego de fallecer víctima del coronavirus, fue incinerado.
Ella recuerda: “Nos escribimos mensajes de apoyo y amor. Encendí una velita cada noche, imaginando un reencuentro como los que salen por tele. Cuando se me contactó con la noticia, lloré, me frustré, incluso me enojé con Dios. Tenía tanta ilusión. Dios mismo y mi hija Zianne, me dan fortaleza para entender que pese a no poder verlo llegar, no poder presentarle a sus cuatro hermanos ni a mi esposo, pude saber de él, saber que creció bien. Saber que, aunque nos extrañamos, sus padres lo amaron tanto como él les amó”. Jairo contó a su madre que le gustaba la música del saxofonista estadunidense, Kenny G y le solicitó que cada vez que le escuche, le recuerde.
Periodista: Wendy Arias