Periodista: Wendy Arias

63 años, madre de cuatro hijos, abuela de cinco nietos y ganadora de la batalla a la adicción.

Tras 25 años sumergida en el mundo de las drogas y el alcohol, Doña Alicia Lobo, es ejemplo de que si se quiere, se puede. Hoy tiene siete años de estar sobria y de no consumir ni crack, ni cocaína. Además es lazarillo de todo aquel que necesite una segunda oportunidad.

“Cuando se es adicto, la gente señala, nos hace sinónimos de delincuencia, nos discrimina y a veces solo necesitamos confianza y una mano amiga. La adicción es como la diabetes u otra enfermedad, tiene que tratarse”.

Nadie está exento. Doña Alicia era una mujer que trabajaba, estudiaba y madre de dos niños. Sin embargo, dos divorcios, la separación de sus padres y cierta inestabilidad la llevaron a una depresión a la que no se le prestaba atención. Empezó a tomar licor y consumir cocaína a los 31 años.

“Mi papa era mi todo, se fue de la casa con una mujer nueve años menor que yo, eso me golpeó mucho. Yo no había encontrado estabilidad, me sentía triste e insatisfecha”. Un día acepté ir a una fiesta con una prima, tomé y alguien me dio un polvo blanco para calmarme, vea usted que ignorancia, a esa edad no sabia bien que era”.

El licor y las drogas se convirtieron en su pan diario, tuvo dos hijos más y la dependencia no cesó.  Fue internada ocho veces.

“Salir de ahí no es fácil, una vez logré mantenerme sobria cuatro años  y recaí con lo muerte de mi papá. Perdí el rumbo, a mis hijos y la fe en mi”.

“Después de estar en ese pozo por 25 años, un día llego mi hijo, vieras cómo me encontró” recuerda con voz entrecortada.  “Me dijo: la espero mañana a las siete de la mañana para que se interne y salir de esto. Tome toda la noche, decía que no lo iba a lograr. Pero a las tres de la mañana Dios hizo un milagro en mi, me levanté, me bañe, bote todas las porquerías y espere a mi hijo”.

Con ayuda y perseverancia, primero sanó su depresión, luego puso fin al consumo y acabó con esa enfermedad que la había expuesto y humillado, pero no derrotado, la adicción.

“Salí del lugar donde me rehabilité con 20 mil colones que había ahorrado, compré bisutería y me dediqué a vender, recuperé a mis hijos y volví a confiar en mi. Los dos menores hoy viven conmigo, los dos mayores ya hicieron sus vidas y me dieron nietos, me recuperé” asegura con una sonrisa de satisfacción contagiosa.

A esta valiente y decidida mujer de 63 años, no le bastó con sanarse así misma. Se preparó con varios cursos en la materia y hoy es el soporte en el Hogar Salvando al Alcohólico de Desamparados, ahí ayuda a todos esos hombres y mujeres que buscan ganarle la batalla a la enfermedad de la adicción.

“Cada vez que los veo llegar, mi vida pasada me pasa en frente y cada vez que los veo salir, revivo la esperanza, veo a un ser humano nuevo que quiere una segunda oportunidad y yo creo en ellos”.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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