¿De quién es esa voz que está cantando? Se preguntará más de uno que la escucha con admiración. Y quizá después de leer esta historia alguien responda: Pues de Laura, que hasta terapia de lenguaje tuvo que llevar para que se le pudiera entender cuando era pequeñita.
Así es. Su voz es la encargada de musicalizar y despertar un sin fin de sentimientos en diferentes actividades. Una voz melodiosa, de la que en algunas ocasiones se dudó, pues Laura Madrigal es una paciente dada de alta de paladar hendido. Es decir, el tejido que debía formar su paladar no se unió completamente, provocando, entre otras cosas, que no pudiera hablar con claridad. Sin embargo, Laura es cantante.
“Desde los cuatro años asistía a terapia de lenguaje, entonces imagínese, no mucha gente creía en mi; una niña que no hablaba bien y que quería ser cantante. –risas- Se sufre discriminación, pero uno puede dejar todo eso atrás”
Las dolorosas palabras de su maestra
Laura recuerda: “Una vez, una maestra me dijo: Usted no sirve para nada. Al pasar los años, nos encontramos casualmente en un funeral donde yo estaba cantando, se disculpó por hacerme sentir mal, recordó que hasta mi mamá había ido a hablar con ella para defenderme. Yo le dije: no se preocupe, eso ya pasó, había mucha desinformación, aquí estoy haciendo lo que me llena”. Así fue como a su maestra la misma vida le hizo entender aquello que dicen nuestros abuelos de que para hablar y comer pescado hay que tener mucho cuidado.
A los siete años, Laura fue dada de alta de su terapia de lenguaje y a los 17 años como paciente de paladar hendido. Esta vecina de San Sebastián, cuenta que practicaba frente al espejo sus canciones y participaba en festivales de talento, no obstante, el sueño de cantar estaba pospuesto por sus estudios y algún que otro detractor, pero hubo alguien que le dio un “empujón”.
“Y así empecé a cantar”
No estaba agendado, pero su sueño tiene un inicio inolvidable como cantante: “El primer funeral en el que canté fue en el de mi hermana. Ella tenía una enfermedad terminal y me pidió que interpretara una canción especial para su funeral, así lo hice. Dios tenía una misión para mí y ella era su mensajera, desde ese momento, me dedico a demostrar que los sueños se cumplen.
Laura nos explica que no tiene úvula o campanilla, ni glándulas y dice con orgullo: “Aún así tengo vibrato. Uno tiene que hacer y dar todo por lo que ama, yo he vivido de la música y soy feliz. Para mí no es un trabajo, es una realización, es agradecer, ser testimonio y compartir con los presentes el regalo que se me ha dado”.
Hace 20 años que aquel talento fue expuesto y desde entonces, Laura se dedica a cantar como solista en bodas, funerales o coros de iglesias. Imparte clases de canto a adultos mayores, está en clases de guitarra y le gustaría tener su propio disco. Pero además, es miembro activo de la Asociación Pro Niño Paladar Hendido, lugar en el que es ejemplo para los pacientes y sus familias. (Escrito por la periodista Wendy Arias)
Te recomiendo: Alex Ximenex, un periodista completo sin cuatro letras