Periodista: Wendy Arias/

Siempre fue una de las más pequeñas de la clase, muchas veces se burlaron de su tamaño, los comentarios despectivos eran cosa de todos los días; en varias ocasiones se miró al espejo y veía a alguien que “no servía para nada”, pues se creyó aquellas palabras. Ella es Sinaí Rojas de 26 años de edad, una mujer que derramó lagrimas cada vez que se sintió “menos”, pero gracias a su fuerza, entendió que es su esencia, su sonrisa, ayudar a otros y ser ella misma, lo que la hace hermosa.

Tenía ocho años cuando una enfermera notó que no tenía la estatura de una niña de esa edad. Sinaí fue diagnosticada con el síndrome de Turner, una afección genética que se da únicamente en mujeres, ellas no poseen los dos cromosomas X (cromosomas sexuales), si no uno, entre otras cosas, son de baja estatura, no pueden tener hijos y presentan algunos problemas visuales, auditivos y menstruales.

“Muchas veces mis compañeros me quitaban la merienda, la botaban o la ponían en lugares donde yo no alcanzaba, me decían cosas feas. No me gustaba ir a educación física porque me golpeaban con la bola, por eso actualmente me da miedo pasar por donde hay un partido. Primero era un niño, luego eran tres, los recuerdo, aunque ya los disculpé”.

Esta vecina de Pavas, asegura que el periodo de niñez fue uno de más difíciles, debido al bullyng que recibió, en el colegio las cosas mejoraron un poco, pero siempre hubo alguien que la discriminó, incluso, en la actualidad, al buscar trabajo.

“Se me dificultaba mucho, la gente piensa que una no puede hacer nada. Muchas veces, hasta mi propia familia, me llamó inútil, y me quedaba pensando: ¨será que tienen razón” y lloré, lloré mucho, incluso a veces me siento mal. Pero gracias a Dios y a mi mamá que siempre ha estado conmigo, he dejado los miedos atrás y he perdonado a la gente que, por desconocimiento, me ha tratado mal. Hoy sé que soy valiosa, que puedo hacer grandes cosas, que todas podemos hacer lo que queramos, es cuestión de querernos”.

Hace más de seis años, mientras estaba sentada en un sillón de la sala de su casa, Sinaí quiso informarse sobre su padecimiento, pues nunca se le había explicado bien de que se trataba. Se sentó frente al computador y descubrió que, en Costa Rica, no había un lugar donde las mujeres con el síndrome de Turner pudieran tener detalles o acompañarse entre sí, y decidió cambiar esto.

“Envié correos preguntando que hacer a lugares en el extranjero en los que vi que había grupos de apoyo. Me contestaron de Colombia y me dijeron: habla con tu endocrinólogo, así lo hice. Pusimos hojitas en los centros médicos con mi correo, yo jamás me imaginé que eran tantas las mujeres como yo. Somos un grupo de 40 chicas. Me da fuerza saber que tengo voz para decirle a las otras que sí podemos, estudiar, trabajar, que si queremos ser madres podemos adoptar. Dejar de lado ese mito de que no somos útiles”.

Hace seis años junto a la ayuda de otras mujeres fundó la Asociación Chicas Turner de Costa Rica, un lugar que informa y orienta a los padres y las niñas diagnosticadas sobre este padecimiento que afecta a una de cada 2500 mujeres aproximadamente. Esta joven de un metro y 33 centímetros de estatura, demuestra que no hay tamaño, cualidad física o padecimiento que impida alcanzar los propósitos, que la grandeza está en las acciones y en las sonrisas que provoca en otras personas.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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