Rebeca sufre con un complejo que, curiosamente la mayoría de las mujeres ven como ventaja: ser delgada. Su peso ideal es 54 kilos, pero al estar en 5O el espejo le grita lo que muchos le decían en  la escuela y el colegio:  “Sos flaca”.  Y ella, con esa realidad, alimenta el complejo.

Frases que duelen

“Tuve una etapa súper difícil que fue pesar 42 kilos a los 13 años”, recuerda.  Jamás olvidará las ofensas y burlas de algunos que le decían “Los huesos son para los perros”, “Zancudilla”, “Peso pluma”, “flacuchenta”, palabras y frases que llegaron a calar en lo más profundo y que la convirtieron en una mujer acomplejada.
Hoy, a sus 29 años, es madre de un niño que vive diciéndole piropos: “Aunque él me dice, Mami sos la más bella de todas las mamás, yo me veo y me basurero”, reconoce.

Come de todo

Y es que Rebeca no es delgada porque no le guste comer, al contrario.  Nos cuenta:  “Luego del almuerzo, por ejemplo, en una hora tengo que comer si no siento que tengo hambre. Amo el pollo, y he comido de todo para engordar”.
Así es, en la lista de alimentos de esta joven herediana, hay de todo para ganar peso:  suplementos alimenticios, avena, leche de soya, carne, hasta pastillas anticonceptivas.  Por supuesto que ha ido al gimnasio a ganar músculo pero no lo ha logrado.  Y esto la frustra.
El momento en que estuvo más cerca de tener su peso ideal fue cuando quedó embarazada, hace 8 años, de su hijo Alejandro Murillo.  “Hasta me pasé del peso, llegué a pesar 64 kilos, pero era mi bebé. Apenas nació volví a ser delgada”.

Comprar ropa, un desafío

Ir a comprar ropa es todo un reto para Rebeca. “He encontrado blusas para mí en el Departamento de niñas.  Las muchachas de las tiendas me llevan directo a las blusas o los vestidos talla S y hasta soy a veces XS”.
En 9 años ha aumentado 1 kilo por año, a pesar de visitar nutricionistas que le han pretendido ayudar a ganar peso. Y mientras batalla con esos kilos que no gana, el complejo se apodera de su mente. “Yo me pongo enagua y diay si veo a otra muchacha con mas piernas ya digo, uy no, no me veo bien.  A menudo me pongo vestido y me lo quito porque me veo flaca y no quiero salir así a la calle“, comenta.

Pero a pesar de todo, la joven asegura que todas sus inseguridades se acabarían si ella se aceptara más como es. “Me comparo quizá con alguna modelo, con buenas caderas, con pechos, con más curvas, y ese es el problema, no debiera hacerlo porque yo soy como soy, yo soy yo. Estoy empezando a entenderlo, estoy empezando a aceptarme para que mi complejo no me gane”, asegura con una sonrisa.
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Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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