Periodista: Ana Coralia Fernández Arias/
¡Todavía lo recuerdo! Salía de un trabajo, iba a la “U” por la tarde y regresaba a mi segundo turno por la noche. Me comía un cangrejo atropellado con un refresco y ¡póngale bonito!
A menudo veo a las “veinteañeras” con una botella de agua a medio tomar y revisando en las pizarras del menú de los restaurantes de comida rápida algo que sea más reparador que una ensalada.
Pero resulta que los veinte años se las traen y lo primero que hay que tener claro es que ya no se tiene el cuerpo de los “15” y tampoco el de los “30”.
20 años no es nada…
Cada persona es diferente: unas pueden perder kilos y otras no.
Si va a seguir una dieta, hay que considerar cuáles son sus características físicas, su edad, su historial familiar, y un chequeo médico que indique que su cuerpo está pura vida para empezar a perder peso. y por supuesto, tu edad.
El médico con exámenes en la mano, la remitirá a un buen nutricionista, esto es fundamental. Él puede diseñar responsablemente una dieta apropiada para su cuerpo, su estilo de vida.
Las dietas son personales.
“Lo que es bueno para el ganso, no lo es para la gansa”. Una vez que sepa su peso ideal de acuerdo con la valoración médica, también debe revisar su dieta histórica, sus hábitos y horarios para comer y respetar el programa del nutricionista diseñado a su medida. Aquellas dietas que todo el mundo sigue, que se ponen de moda no son convenientes si su plan es serio y constante para bajar de peso. La ventaja es que el cuerpo de una mujer joven tiende a reaccionar más rápido por tener un metabolismo más elevado. Sin embargo, considere que llevará tiempo, tres, seis, nueve meses, lograr su meta.
Mi nombre es hoy.
- Para comenzar, no empiece mañana, no lo posponga.
- Hay que reprogramarse y aprender a comer. Ese es el secreto.
- Borre la pizarra. Inicie su dieta de la mano del nutricionista.
Redes sociales.
Su familia puede ayudar preparando la dieta y motivándola a seguir, pero difícilmente en un núcleo de varios miembros habrá tiempo de la dieta personal así que aprenda a prepararla usted misma. Es una aventura emocionante.
Una buena dieta contiene un primer ingrediente: amor por uno mismo y eso supone entusiasmo.
Sea práctica.
Use su sentido común y “manténgase a raya”.
No se brinque comidas, ni haga trampa.
La honestidad es el segundo ingrediente en una dieta que se toma en serio.
“Calladita más bonita”.
No le diga a nadie que está a dieta, porque todos vendrán con toda clase de antojos y tentaciones.
Es mejor que noten su pérdida de peso y le pregunten su secreto, que sucumbir a los helados, el “postrecito” y los cumpleaños de la oficina.
Solo usted y solamente usted es la que se sube a la váscula.
Estar a dieta no es volverse una persona solitaria. Puede comer cuanto guste pero en el tiempo que le corresponde y en porciones pequeñas, según el plan trazado por el nutricionista. No repita el platillo y domine su sensación de repetir.
Despacio, que voy de prisa.
Por útlimo, vaya despacio. Usted no ganó peso de la noche a la mañana. Un buen plan para bajar de peso es hacerlo en el tiempo y ver los resultados poco a poco.
No lo vea como un castigo, es el plazo que su cuerpo necesita para una nueva talla, nueva dieta, y nuevos hábitos de alimentación.
La constancia, la disciplina y la alegría son los mejores amigos para su nuevo reto.
No ande como un fantasmilla del hambre y llenándose con agua. Coma bien, coma a su ritmo y su cuerpo se lo agradecerá y la premiará.