Por: Carlos Williams González

“Beeep, beep”, estoy afuera de su casa, estoy en el carro; pito para avisar que ya llegué,  paso por mi mamá para que vayamos a la clase de hidroterapia, esa que nos recomiendan los doctores recibir, a ella porque fue operada de una de sus piernas, a mí para fortalecer los músculos de mi pierna izquierda que tan afectados se han visto después de que se confirmara el pronóstico de mi esclerosis múltiple. El portón de la casa se abre y ahí la veo venir con un bolso donde lleva su traje de baño y todo lo que necesita para recibir la clase semanal. Detrás de ella viene él, con algo en su mano envuelto en papel aluminio para que se mantenga caliente. Sus palabras son: “Hola hijo, te hice este “sanguich”  –lo escribo así porque probablemente así lo escribiría él-, la escena se repite todos los viernes a las 7:30 de la mañana.

Hoy me pongo a meditar, para que ese sándwich esté listo cuando yo paso, mi padre debió levantarse temprano a hacerlo, pero eso no le importó.

Aquellos dos pedazos de pan con tomate, salsas y algo en medio son más que eso, son una pequeña muestra de aquello que hoy es posible entre nosotros y que antes ni siquiera lo era .

Un gracias, un verle a los ojos, un abrazo, una sonrisa juntos, una conversación, un hola hijo, un hola padre, un beso, en fin, eso que antes ni siquiera se pensaba porque ambos nos conformábamos, yo con saber que ahí estaba él y mi padre que llevaba este nombre porque fue él quien me engendró.

Es así de sencillo,  de pronto descubro que es como los ejercicios mismos que mi madre y yo hacemos en la hidroterapia, esos que no parecían nada fáciles pero que decidimos hacer, y que tras la decisión siguieron los intentos y a lo mejor muchas veces los fallos, pero que hoy son una realidad, es igual, si por eso vale la pena intentarlo, proponérselo y –eso he hecho yo-, pedirle a Dios su ayuda y hoy descubro que hoy lo que antes no era con mi padre hoy si lo es, por eso y más gracias papá por el sanguich.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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