Cuando Yesenia entró a su casa, cayó de rodillas llorando.  Esta mamá de 3 hijos levantó las manos, en aquél momento, agradeciéndole a Dios haber sobrevivido a un virus que “las noticias” cuentan, está en el mundo entero.  Y así  es. 

La pandemia fue particularmente agresiva en ella y su papá. El recuerdo del dolor aún le saca lágrimas, al igual que el momento en el que regresó a su casa y a su barrio, tras ganarle un pulso mano a mano, a la muerte (ver el video siguiente del momento en que la ambulancia la trae a su casa).

COVID-19, una vivencia familiar

Nos cuenta que en su familia, de San Juan de Dios de Desamparados, 12 miembros tuvieron COVID-19.

Yesenia Brenes, de 44 años y su papá Carlos Gerardo Brenes, de 63, fueron los únicos que no sólo estuvieron internados sino que vivieron los eternos días de estar en una UCI, en el Hospital Calderón Guardia.

Yesenia se fue complicando hasta ser internada en una UCI

Yesenia se fue complicando hasta ser internada en una UCI

“Uno guerrea ahí.  A un lado de la cama está Dios dándole fuerza y al otro lado está el diablo recordándole a uno la soledad que se vive incomunicado, sin tener visitas y haciéndolo sentir que uno no vale”, dice Yesenia, quien duró 13 días internada, sin saber que su papá viviría la misma situación dias después.

Don Carlos estuvo internado 20 días en el Hospital Calderón Guardia

Don Carlos estuvo internado 20 días en el Hospital Calderón Guardia

“A mí me internaron y yo dejé a todo el mundo bien, en mi familia. Jamás imaginé que a Papi lo internarían en una UCI también y todavía fue peor porque fueron más días. El duró 20”.

Lo peor de lo peor

Cuenta Yesenia: “Estando internada, me vino la regla y yo sin poder dar ni un paso, casi no comer, ni moverme, porque absolutamente todo me dolía.  Ay no se puede imaginar la pena! Los enfermeros me decían ¿Quiere que la cambiemos ya? Y yo con aquella pena!.  Pero no había de otra que aceptar la ayuda, ni modo”.

El COVID-19 en el cuerpo de Yesenia le produjo neumonía, asma,  aritmia cardíaca y le elevó los niveles de azúcar de forma alarmante.

La enorme dificultad para respirar hizo que su mayor temor fuera una realidad: “Lo peor fue cuando llegó la primera doctora y me dijo que me iban a poner boca abajo, que así se abrían los bronquios. Le dije “Si claro, ¿es sólo un ratito?”, pero no,  ella me dice que cada día es distinto y que son dos horas o 4 horas... Uno llora, uno clama a Dios, uno se desespera y sólo Dios lo sostiene a uno en esos momentos. De tanto estar boca abajo, los pezones se me rompieron, me dolían mucho los pechos y me costaba respirar demasiado.

Angustia extrema

Yesenia confiesa que su angustia llegó a ser extrema:Por un breve momento le dije a Dios llévame porque no aguanto esto. Es tan doloroso tantas inyecciones, un examen que se llama el plumaje en muchas arterias, que te vean desnudo, estar con la menstruacion, estar a la par de personas graves que uno dice Dios mío sácalas con bien. Boca abajo, yo oraba a Dios, sólo eso podía hacer”.

“La muerte pasó por aquí pero la venciste”

Tras 13 días de internamiento, un médico se acercó a la cama de Yesenia para darle la buena noticia de que saldría de a UCI para trasladarla al quinto piso del Hospital.  “La muerte pasó por aquí, pero la venciste”, me dijo. Yo lloraba y lloraba, no entendía que ya casi me iba para mi casa, sino que eran suficientes esas palabras para saber que lo peor ya había pasado. 

Antes de ingresar a la UCI, Yesenia podía comunicarse con su familia

Ahora entendemos mejor por qué, cuando Yesenia entró a su casa, cayó de rodillas agradecida con Dios. “Mis motores fueron Dios y mi familia.  Eso me mantuvo viva cuando ya creía que no tenía fuerzas“, comenta.

Los hijos de Yesenia, que por nexo tuvieron COVID-19, son dos varones de 29 y 26 y una jovencita de 18 años. “Mis hijos ya son hechos y derechos pero viera cómo pensaba en mi hijita. Sé que ya tiene 18 pero le falta mucho por vivir, todavía es tan jovencita“, dice con lágrimas de agradecimiento.

Su regreso a casa se dio un mes antes de la salida del hospital de su papá. “Pudieron haber sido dos entierros en la misma familia. Pero no, por el poder de Dios fueron dos regresos a casa”.

Gracias a Dios saber que Papi también ya estaba fuera de peligro, no se imagina la alegría. A veces él llora contando lo que vivió pero lo que queremos los dos es dar testimonio de que Dios es el que decide y es poderoso. Todo esto que pasamos es para la gloria de Dios“.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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