En Costa Rica, tres mujeres con sonrisa bondadosa, son felices compartiendo su cariño con las familias de Talamanca.
Se alejaron de sus hogares, de sus familias y de las comodidades, para refugiarse en el corazón de las comunidades indígenas.
Tres almas misioneras: “Dios es para todos”
la Hermana Sonia Beita, indígena costarricense cabécar, la Hermana Magda Palma, hondureña y la Hermana Sarbelia Arango, colombiana y viven desde agosto 2018 en una casa ubicada en Shiroles, Talamanca.
Cada semana visitan diferentes familias, que abren las puertas de su corazón y hogar para compartir fe y tradiciones.
La hermana Sonia, nos cuenta: “Dios ha permitido que estemos aquí, por medio del Obispo y Diócesis de Limón. La acogida de la gente es muy bonita, desde su sencillez, su manera de vivir, de ser, de pensar, nos han acogido. No venimos a trasmitirles fe, no venimos a darla, más bien, crecemos con lo que ellos nos dan y enseñan. Aprendemos desde su propia cultura bribri, cabecar, de ese Dios que viven con amor, así como nosotras”.
Inspiradas en una Santa colombiana
Las “Lauritas”, como se les llama con cariño, son parte de las misioneras de la Madre Laura, una Santa que fundó la Congregación de Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Sena (Madre Laura), el 14 de mayo de 1914 en su país Colombia.
Siendo maestra, descubrió que los pueblos indígenas merecían no solo educación, sino amor y sentirse parte de la sociedad, merecedores de que sus tradiciones sean tomadas con la importancia que tienen.
La hermana Magda explica: “La experiencia mística profética y de comunión de la Madre Laura, incide con fuerza en nuestra vida consagrada. La fuente es la oración, anunciar el evangelio y vivir en convivencia con la iglesia. Para nosotras la oración es fuerza”.
La hermana Sonia prosigue: “Nuestro carisma no es quedarnos en la ciudad. Nos vamos a sus comunidades, nos quedamos una semana con ellos, compartimos, escuchamos, comemos lo que tienen, dormimos en lugar que nos den, vivimos sus tradiciones. No vamos a pedir, vamos a que sientan que somos uno más de ellos. Es saciar la sed de Dios por incluir a todos y saciar todos los pueblos, del amor de Dios”.
Mucho que aprender de los pueblos indígenas
“Debemos aprender siendo humildes y sinceros, formarnos con ellos, saber que somos parte de ellos y que ellos son parte de nuestro ser. Ellos tienen mucho que dar”.
Prosigue la Hermana Sonia: “Debemos entender su realidad, de dónde vienen y cómo viven, y que ellos sepan de dónde venimos nosotras, para vivir su realidad, debemos entender la suya”.
Las hermanas hijas de la Madre Laura, están presentes en: Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay, Brasil, Panamá, Guatemala, Honduras, México, República Dominicana, Haití, Cuba, República Democrática del Congo, Angola, Italia, España y Costa Rica.
Periodista: Wendy Arias