¿Qué tal esta combinación? Estibar block, lápiz labial, realizar mudanzas, ser esposa, bajar y subir cargas pesadas, cabello que se recoge todos los días, conducir un vehículo de 10 llantas y 10 marchas por horas, ser mamá y sobre todo nunca dejar de ser mujer por trabajar con el trailer de la familia.

María del Carmen Umaña Ulate, inició en el mundo de los camiones hace 24 años; conoce Costa Rica de punta a punta, ha ido a Nicaragua en dos ocasiones siempre transportando materiales de construcción. “No fue mi sueño, fue una situación que se presentó, mi esposo y yo pasamos primero por una carpintería, luego al transporte liviano hasta dedicarnos por completo al transporte pesado. Al inicio sólo acompañaba a mi marido en los viajes, hasta que un día le dije que quería aprender, por si él se enfermaba yo cubrirlo sin problema”, recuerda.

Esta madre de cuatro hijos, cuenta que se siente realizada con lo que hace y dice entre risas que se ha acostumbrado a dormir poco y a comer rápido, por tanto corre corre. Nunca se ha sentido discriminada por ser mujer y trabajar en un ambiente donde la mayoría son hombres. “La clave está en saber cómo dirigirse a ellos, siempre dando lugar al respeto, utilizando un lenguaje corporal correcto que demuestre fuerza, voluntad y claro saber pedir ayuda cuando no se puede resolver algo por cuenta propia, así reconocemos como ambos nos necesitamos”, asegura.

Ella sabe que su labor causa impacto: “Yo he visto más bocas abiertas que un dentista, principalmente de mujeres, que son las que más se sorprenden y se detienen a ver cómo hago. Siempre me dicen, dichosa usted, qué carga señora, ese siempre ha sido mi sueño…Pienso que me dicen eso porque es una forma de liberarse y romper con la mentalidad machista que existe, es falso que si nos dedicamos a esto nos va a salir barba y bigote, podemos seguir siendo femeninas”, dice de forma jocosa.

Doña Carmen cuenta que ser “Chambera” así se le llama también a su trabajo, es toda una bendición. En carretera ha encontrado almas blancas y corazones bondadosos. Nunca olvida que una vez se quedó varada con tres de sus hijos cuando estaban pequeñitos, alguien se acercó para ayudarlos, les dio posada, comida y sábanas limpias para dormir.

Esta reina de “El manto negro”, con 52 años inicia su día entre 2am y 5am, dependiendo si sale o no de San José, ha manejado hasta 15 horas sin parar,  ama a Dios sobre todas las cosas y trata de llevar un mensaje positivo a las personas que topa en el camino. “En esta cabina somos dos, Dios y yo, con EL voy más allá de la excelencia”, asegura con una enorme sonrisa.

 

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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