El tercer hijo de Luz Arroyo, y esta mamá guerrera son los protagonistas de nuestro reportaje en este especial llamado “Con Mami lo logré”.
Javier era su tercer hijo. Ya Luz sabía lo que era perder a un hijo porque el segundo falleció a los días de nacido. Cuando Javier estaba a punto de entrar a quinto año de colegio, amaba el triatlón y tenía muchos sueños, le sucedió algo que le cambiaria la vida a él y a su familia.
Segundos que lo cambian todo
Triatlonista, disciplinado y a punto de sacar quinto año de colegio, 4 días antes de la Noche Buena de Navidad, Javier venía bajando una cuesta del Volcán Irazú hacia su casa, en su bicicleta, cuando un carro invadió su carril.
Fueron segundos, porque se necesitan segundos para que la vida cambie para siempre. Una cuneta recibió al joven, quien además rebotó en el suelo y nunca más pudo mover sus extremidades.
“El milagro de Javier empieza ahí, porque iba pasando un paramédico que se detuvo inmediatamente a socorrerlo. Con sólo verlo, supo que era grave. Pidió una ambulancia con soporte médico. Una ambulancia normal no hubiera hecho posible que Javier llegara con vida al Hospital. El tener soporte médico, lo salvó”, recuerda Luz.
La consecuencia más inmediata fue una tetraplejia.

Javier es estudiante de Ingeniera en Desarrollo de Software, gracias a una beca
Un futuro ingeniero
De esto ya, hace un poco más de 6 años. Javier y su mamá se han convertido en un equipo. Conocen las noches en vela, las crisis, el dolor agudo, los “diagnósticos reservados”, pero enfrentan la vida con amor y agradecimiento.
Al no mover sus extremidades, Luz se encarga de su hijo las 24 horas del día. Desde bañarlo hasta acostarlo.
Por eso es que, el hecho de que Javier sacara su quinto año de colegio es uno de esos logros que el hijo reconoce, es imposible sin su mamá.
Al no poder mover manos ni brazos, Javier tiene en su computadora un sistema llamado Quadstick que opera con la boca. Con esto, que fue donado por una empresa, Luz se fue a CENFOTEC, una Universidad con énfasis en tecnologías y pidió una beca para su hijo.
Hoy, Javier, es estudiante de Ingeniería en desarrollo de software.
“Con Mami logré salir adelante. Logré con ella saltar obstáculos y piedras que muchos, en esta sociedad, nos han querido poner”, nos dice con una sonrisa.
Ambos nos inspiran a que mientras respiremos, la vida sigue y la misión de cada uno tiene un gran motor: el amor.