El siglo empezaba. No hay ni habrá Noche Buena más oscura que aquella de 2001. Mauricio Bustamante, hijo y hermano, técnico en frenos, un joven de 30 años, transitaba por la carretera, dos días antes de la Navidad. En el Puente de Los Anonos, en Escazú, se salta el ceda. El conductor del carro que tenía derecho de pasar le reclama y Mauricio decide retroceder pidiendo disculpas con la mano. Los próximos segundos son inolvidables: “Cuando el carro pasa, el conductor se acerca a mi ventana y me tira ácido de batería en los ojos.” Hace una pausa y continúa: “Los párpados se me cocinaron. Yo sentía que se me cocinaba la cara. Era un dolor insoportable. Pero sobre todo me dolía el corazón. Eso era lo peor”.
Así es, porque el cuerpo y el alma están conectados y hay sufrimientos que arrasan con todo lo que encuentran a su paso.
A partir de ese momento, suman 18 cirujías, entre ellas una que tenía el propósito de que recuperara la vista. La ciencia no logró el cometido de que el joven volviera a ver, pero la fe pudo hacer que lo imposible fuera posible: tener paz a pesar del dolor. Esta circunstancia motivó a Mauricio a tomar 4 decisiones claves.
DECIDIDO A VIVIR
En la sala de la casa, sentado a la par de sus padres, Mauricio tomó su primera gran decisión “Les dije que buscáramos ayuda porque yo no podía ni quería depender de ellos”.
Fue al Instituto Hellen Keller y ahí re aprendió y aprendió a leer, a escribir, subirse a un bus, cortar cebolla, encontrar el baño de su casa, bañarse, identificar cuál es la llave para abrir la puerta y cuál la de la cochera, aprendió a saber qué hay y dónde está. “Recuerdo una vez que manipulé mal el bastón y me caí en un caño. Ahí mismo me puse a llorar”, recuerda. Pero luego, se fue acomodando al nuevo rompecabezas donde la falta de la vista era sólo una circunstancia. Asumió la discapacidad de ver y abrazó la capacidad de vivir con todas sus fuerzas. Un nuevo Mauricio, con alma renovada empezó a dar pasos en la vida. “Me acepté tal como soy. No me ofende si alguien dice que soy ciego, porque lo soy. Lo que ignoran es todo el camino recorrido y todo lo que veo a partir de esa situación”, dice con una sonrisa.
Pero aparte de las cosas operativas, decidió que para vivir no podía buscar venganza. No vio al que le tiró el ácido de batería pero amigos suyos le dijeron que buscarían hasta por debajo de las piedras para dar con el responsable. El dijo que no. Quería tener su alma liviana y el odio la carga demasiado.
DECIDIDO A TRABAJAR
“¿Quién le llevaría a un ciego un carro, para que le revise los frenos? “ pregunta Mauricio con una sonrisa. El primero en responder esa pregunta fue él mismo. Tomó el carro de su papá y le revisó los frenos. “Cuando yo veía era técnico de frenos y temía ya no poder hacerlo. Pero agarré fuerza e imagínese un ciego agarrando herramientas, aquél bullón y mi papá asustadísimo, diay claro! Era el carro de él, y lo arreglé y quedó perfecto”. Entonces, como si hubiera puesto un rótulo que dice “Abierto” cuenta que días después un antiguo cliente le tocó la puerta. No sabía lo que le había pasado a su mecánico, pero al verlo sin vista lo que hizo fue entregarle las llaves de su carro. “Nadie me ha dejado los frenos como usted Mauricio. Así que aquí se lo dejo y me lo arregla por favor”. Ese es el primero de una lista de clientes que le confían a Mauricio su carro. De hecho ese sigue siendo su oficio.
DECIDIDO A AMAR
Aunque para amar no se necesita ver, sino palpitar y decidir, Mauricio tuvo una gran crisis. Conoció a la mujer de su vida y se sintió deprimido. Sí, usted leyó bien, se deprimió. Nos explica: “Yo quería que Laura fuera mi esposa pero me puse a pensar que si el matrimonio es difícil para los que ven, para mí lo iba a ser el doble. Me puse a dudar si yo podría responder ante las obligaciones de una casa, si yo estaría a la altura de semejante compromiso. Fue muy difícil para mí pero al final me decidí”. Esa decisión cumple ya 15 años y la celebran todos los días junto con sus dos hijos, Erica y Fabián.
DECIDIDO A CREER
Dice Mauricio que sólo los valientes toman buenas decisiones y por eso cambió su vida. Asegura que ahora ve más que antes. En el pasado, el alcohol y las drogas eran amigos de él; “Yo funcionaba, como cualquier otro, sin mayor propósito”, reconoce. Ahora, asegura que ve lo verdaderamente importante porque se ha dejado seducir por aquél que conoce el ayer, el hoy y el mañana. “Yo voy adonde me llamen porque le quiero decir a la gente que Dios me dio la vista. No la de mis ojos físicos sino la de mi alma, la que me hace valorar cada segundo de vida. Dios anda buscando corazones, no trajes ni billeteras ni apariencias”.
Mauricio es motivador y comparte su testimonio con aquél que lo desee. Eso lo hace ir por todo el país “sin paga alguna. El que quiere darme algo, lo agradezco pero lo que Dios me dio, lo tengo que compartir con todos. El provee y el me guía”.
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12 comentarios
Me encanta el testimonio para jovenes. Como hago para contactarlo. Soy profesora.
Karol, envíeme un correo a lcastro@lizethcastro.tv y le facilito el número de Mauricio
Que hermoso testimonio , gracias porque atrave de lo que leo veo a Dios y eso es muy grande para mi.
Una bella historia y lo más increíble que de algo tan cruel naciera una vida llena de amor.
Gracias por compartirla, me inspira mucho.
Maravilloso testimonio. Gracias por compartirlo.
Mauricio fue un gran aliciente para los trabajábamos en el Instituto Helen Keller. El alumno por excelencia. Nos hacía sentirnos orgullosos de nuestro trabajo y profesión. Muchas veces, él fue el maestro. Increíble ser humano!!! Es una persona bendecida.
Dios me dio la oportunidad de conocerlo ya que fui a un retiro que hacen en la Iglesia de Guadalupe me encanto su testimonio es una gran persona y un ser humano increible todo un ejemplo.Dios los Bendiga grandemente.
Valioso y motivador. Cómo duele saber, que el ser humano es tan duro, sin sentimientos. Pero Mauricio…Es todo un campeón. Me gustaría poder contactarlo para una charla.
Un ser maravilloso, que Dios sé congració con el, de Mauricio aprendemos siempre, saludos
A Mauricio lo conocí de jovencito y siempre fue humilde desde antes de perder la vista eso lo trae de sus padres,calidad de personas yo los recuerdo con cariño a todos
Lizet q lindas historias q conmovedoras quiero contarte q yo soy una madre perdio a su hijo en un valde con agua y cloro y comparto con la decision de hablar de no callar cuanta admiracion por estas personas tocadas por nuestro señor jesus
Que gran testimonio hermano maurisio cuando buelbe aka a Sam blas donde el pastor Juan Carlos reyes