Periodista Wendy Arias/
Pensó que la luz que iluminaba su vida se apagaba aquel 11 de noviembre del 2016, cuando su hija de dos años y nueve meses murió; pero no fue así y lo va superando con fortaleza. Hace apenas cinco meses, que la bebé de Ivannia Núñez Salas falleció. La pequeña Britanny enfrentó un cáncer de retina durante poco más de un año; pero lo más duro es que esta enfermedad le fue heredada genéticamente de su madre.
Irania comenta: “Mi diagnóstico fue a los tres meses de nacida; empecé quimioterapia, pero a los dos años perdí la vista. Mi princesa heredó esta enfermedad, al ser genética fue más agresiva. Dio la lucha sonriendo o bailando en su cuna, dimos la pelea juntas, pero Dios quiso que se fuera. A veces no me quiero ni levantar de la cama, pero ella y mi fe, me impulsan a ponerme en pie y continuar. Yo le prometí no dejarme caer y lo estoy haciendo”.
Ivannia no puede ver a través de sus ojos, pero ve a través de su alma. Creció en Pilas de Canjel de Nandayure, en Guanacaste. Hace cuatro años que dejó su tierra y se trasladó a Heredia para estudiar orientación; sin embargo, hizo un alto en su carrera cuando su bebé enfermó. En febrero anterior retomó sus estudios.
“Creo que siempre he sido una mujer fuerte gracias a Dios. Las cosas buenas de la vida se disfrutan y de las no tan favorables se toma la enseñanza. Mi mamá me cuenta que cuando salí de la operación en la que quedé no vidente, llegué a mi casa, me subí al triciclo y empecé a andar por toda la casa, como lo hacía regularmente. Ella pensó que ya no lo iba a usar más”, recuerda sonriendo.
Esta amante de la música asistió con normalidad al kinder, escuela y colegio, enfrentó ciertos problemas por falta de capacitación de sus profesores para impartir la clase y discriminación de algunos compañeros, pero se mantuvo constante en su meta, crecer personal y profesionalmente. A los seis años, aprendió escritura braille, se graduó como estudiante de honor en bachillerato e ingresó a la universidad pública.
“El bachillerato lo logramos mi mamá y yo, ella me leía los libros de estudio. Mi centro educativo no contaba con un sistema de lectura para no videntes. Siempre quise ser una profesional y por eso me vine a estudiar. Me enamoré, fue muy rápido, algunas veces las decisiones no se piensan mucho, sobre todo cuando se es joven. Hubo infidelidad y me divorcié este 4 de abril. De esta etapa veo el lado positivo, veo más que un problema en todo; maduré, aprendí a amarme y lo más importante, fruto de esta relación conocí el sentimiento más puro de amor, mi hija, mi motivo de vida”, concluye con voz serena.
Esta joven de apenas 22 años, acumula el doble de sabiduría y tanto más de valentía. Denota su amor y agradecimiento por la vida en cada palabra que pronuncia, y está convencida de que con perseverancia logrará seguir avanzando y subiendo cada escalón que se presente en su recorrido.
“Comparto mi salón con muchos jóvenes de mi edad y me encanta. Pero también me gusta mucho hablar con mis amigos más adultos. Estoy enfocada en terminar mi carrera y en fluir con mis clases de canto, porque sueño con sacar un disco. Quiero enseñarle a la gente que sí se pude, que podemos seguir adelante en todo lo que queramos, mientras no perdamos el norte y aprendamos que la vida hay que aceptarla, disfrutarla y apreciarla por más difícil que a veces se torne”.
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Conocí en persona a esa linda bebe pues fue compañera de salón de mi hija en el Hospital de Niños y a pesar de su diagnóstico siempre estaba con un espíritu alegre.