Periodista: Wendy Arias.

“Muchos no se atreven a decir su preferencia sexual por miedo al rechazo. Ser gay no es una enfermedad, no somos extraterrestres, somos seres humanos que soñamos y queremos ser nosotros mismos”.  Alex Badilla, es un joven de 22 años y estilista profesional desde hace unos cuatro años. Él afirma que actualmente vive intensamente sin hacer caso a quienes lo critican; sin embargo, afirma que aceptarse y vivir en medio de un mundo de estereotipos no es un proceso fácil.

“Cuando era pequeño me sentía triste porque creía que no era igual a los demás niños y porque prefería compartir con niñas. Cuando crecí era peor,  yo vivía con mi abuelita y mi familia es muy cristiana, me daba miedo contar que era gay por miedo al rechazo”.

Este joven vecino de San Ramón, comenta que en su adolescencia fue víctima de bulling, por lo que se volvió triste y solitario.

“ Lloraba encerrado en mi cuarto por miedo a hablar. Pase mucho tiempo deprimido, hasta que gracias a Dios, un día dije: yo debo ser fuerte, esta es la persona que soy y la que quiero ser. Si a los demás les parece bien, pero aquí lo importante es que yo me ame y brille con mi propia luz”.

Alex señala que el paso mas difícil fue contar a su familia, sin embargo se llenó de valor y lo hizo, recibiendo aceptación por parte de sus padres que vivían en el extranjero y de otros de familiares. Aprendió a sobrellevar las críticas de quienes no estuvieron de acuerdo.

Para él los pasos a dar fueron: “Uno amarse, confiar en uno mismo, alejar a las personas negativas y no escuchar a las personas destructivas. Los jóvenes no merecen vivir con miedo a decir quienes son y qué quieren, pero la gente puede ser muy cruel cuando señala.”.

El logro personal de aceptarse estaba cumplido, ahora Alex quería realizar una meta profesional: ser estilista. A pesar de que muchas personas no estaban de acuerdo, hoy es reconocido a nivel nacional por su trabajo e incluso ha estado fuera del país ejerciendo lo que le apasiona. Asegura que a veces se escapa una lágrima cuando lo juzgan sin compasión, pero que no se deja vencer porque se ama así mismo.

“ Aún es difícil caminar por las calles de este país sin escuchar algún improperio, incluso cuando llevo a mis hermanitos de la mano, ellos no entienden por qué otros se burlan pero es incómodo. Es doloroso llegar a un lugar y que la gente me vea como si fuera un monstruo, sin entender que soy un ser humano nada más. Yo soy feliz por lo que he crecido personal y profesionalmente, sin embargo me duele pensar en cuántos jóvenes viven tristes o deprimidos por miedo al rechazo. Debemos ser tolerantes”.

Justo hace tres domingos, Estados unidos vivió un amargo capítulo cuando hombre abrió fuego en una discoteca popular entre la comunidad gay, en Orlando matando a 49 personas e hiriendo a más de 50. A pesar de que las autoridades señalan que no hay pruebas que respalden una conexión directa entre el grupo y el ataque -aún no se asegura que uno de los motivos fuera la homofobia-, el hecho ha traspasado fronteras y  muchos países se han unido al dolor de las familias que perdieron un ser querido.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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