Periodista: Ana Coralia Fernández

Llega la Semana Mayor.

La mayoría piensa en tener una platica para irse al descanso necesario pero no oportuno, porque el país atraviesa una recesión contundente y que ese dinero bien podría emplearse en necesidades inmediatas y prioritarias.

Lo bueno, es que volvimos “a la brava” al paseíto de huevo duro, paños en los árboles y botellones de agua (ahora convertidos en tubos con grifo sobre los techos de los carros), para resolver en playitas cercanas o en las orillas de los ríos, ese chapuzón que encanta a los chiquillos y que nos refresca los pies a los más kilometreados.

Nada me gusta más que pasar por uno de esos arroyos y ver que cerquita del puente varias familias disfrutan del almuercito preparado en casa y de un neumático de camión inflado (no confundir con el sobrepeso) haciendo de las suyas en pleno verano.

Otro grupo, a la larga el más religioso y apegado a la tradición, conmemora en estos días el terrible periplo de Aquél que vino a pagar las cuentas pendientes de todo pecador y que en las procesiones y el incienso de chirraca, a golpe de tambor romano, sufre con el linchamiento y se alegra con Resurrección.

Eso me recuerda que a Costa Rica le gusta andar descalza (por favor no se confundan con ‘los de a pie’) y volver a sus costumbres a pesar de tecnologías y modernismos.

Y también me hace pensar en que Costa Rica sufre por sus pecados y respira con la esperanza de volver a nacer de la tumba donde la tienen recluida desde hace rato decisiones políticas y elefantes blancos que atrofian su desarrollo.

Entre la procesión y el chiverre (no el mío, sino el que se come de postre) les deseo días de paz, descanso y reflexión, y sobre todo que vuelvan completicos después de los Días Santos, porque la pelona no se va de vacaciones y ‘bretea’ 24/7 y de domingo a domingo.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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