Está lloviendo y Valeria tiene clases.  Se prepara:  Saca una sombrilla roja, un balde, una tabla, un cartón y un mantel. Su aula, en media pandemia, es al aire libre porque en la casa no hay internet y descubrió que en ese punto, donde pone el balde, sí hay cobertura.
Ve a la profesora a través de un teléfono pre-pago, con un saldo muy limitado.  La señal no es muy buena, pero algo es algo.
Esta alumna cartaginesa no se perdonaría no recibir clases.  Su voluntad es más grande que los obstáculos de una Costa Rica cruelmente desigual.

La estudiante buscaba dónde la señal pudiera ser mejor

La estudiante buscaba dónde la señal pudiera ser mejor

Una maestra cambió el rumbo de las cosas…

Valeria tiene 12 años y  es estudiante de sexto grado en la Escuela ubicada en Caragral de Patio de Agua, del Guarco de Cartago.
Karen Sánchez, es maestra y directora en esta escuela. Sobre el caso de su alumna nos comenta:  “Transmitiendo una lección virtual, noté que la conexión de internet de Valeria, era muy débil. En la escuela, los chicos tienen computadora que les suministra la Fundación Omar Dengo y buen internet, pero en las casas es distinto”.

La incomodidad de una maestra comprometida

Nos relata Karen, la maestra:  “Un día Valeria no hizo una guía, pregunté qué pasaba y su mamá me envió la foto de ella participando en las clases”.  La docente vio la foto de la niña haciendo su esfuerzo de apoyarse sobre el balde y una tabla.
Continúa: ” Yo no puedo sentirme cómoda sentada en mi casa impartiendo una lección, sabiendo que al otro lado hay una estudiante recibiendo clases de esa forma. Pedí permiso para publicar la foto y solicitar ayuda”.
Y así empezó a activarse una cadena de solidaridad para una alumna y una familia que a punta de trabajo en esta zona rural, trata de salir adelante. 

En busca de soluciones

Conmovida por la foto, la docente llamó a todas las empresas proveedoras de internet.  No obstante, por la lejanía del lugar, solo una ofrecía un chip con un costo de ¢60,000 y una mensualidad de ¢12,500.
La compra del chip se le sale totalmente de las manos a esta familia, pero la mensualidad era más posible.  La madre de Valeria se comprometió a que, de la venta de queso mes a mes, pagaría la mensualidad del plan.  Esta familia posee solo una vaca para lograr el queso pero en esta ocasión es fuente de ingreso para que Valeria pueda seguir estudiando.
Quedaba pendiente unir fuerzas para pagar el chip, y se logró!

Ahora Valeria no tendrá límite de saldo en el celular para recibir las lecciones

Ahora Valeria no tendrá límite de saldo en el celular para recibir las lecciones

El ship de la solidaridad

El movimiento que empezó con la “incomodidad” en el corazón de una maestra, dio frutos y desde inicio de esta semana, la estudiante posee internet en su casa. Varios corazones generosos hicieron que se pudiera comprar el chip.
Además el balde y la tabla que hacían de mesa, quedó atrás.  A Valeria le fue donado un escritorio, una silla y una lámpara.  El teléfono sigue siendo el mismo en el que recibe clases, pero las condiciones en la mejora de la señal y la seguridad de recibirlas sin salir de su casa, cambia el panorama.
Valeria le comentó a lizethcastro.tv: “Estoy muy contenta, antes no podía recibir las clases completas porque se acababa el saldo.  Ahora puedo recibir todas las lecciones. Estudiar para mí significa ser alguien. Cuando sea grande quiero ser veterinaria. Muchas gracias a todos lo que me ayudaron”.

Gracias a su maestra, Valeria hoy ya tiene escritorio y señal

Gracias a su maestra, Valeria hoy ya tiene escritorio y señal

Su mamá agrega: “Teníamos que caminar hasta el pueblo para recargar, se quedaba sin recarga y Valeria se quedaba sin clase. Me siento muy feliz de verla estudiar dentro de casa”.
La familia está integrada por don Erick Monge, dedicado a labores en el campo, doña Jessica Sanabria, ama de casa, Valeria, futura veterinaria y Áaron, el pequeño de cinco años que sigue los pasos de su hermana.

Cinco familias beneficiadas

La cooperación que recibió la docente, alcanzó para comprar el chip de Valeria, tres más para otros tres niños que atravesaban la misma situación en la zona y se logró poner al día los pagos atrasados que tenía la familia de otro estudiante.
Según Karen, la maestra, “Es satisfactorio, porque los alumnos me han demostrado que quieren estudiar y sus papás me demuestran que quieren que estudien. Me siento feliz, agradecida con Dios y con todas las personas que se identificaron”.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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