Periodista: Wendy Arias

Una noticia llegaba a colmar de emoción y ternura todo su ser, al mismo tiempo que otra la llenaba de temor e incertidumbre. Era esa sensación inexplicable entre miedo y alegría. En su vientre crecía una pequeña personita que se alojaría ahí por nueve meses y en su seno el cáncer quería poner a prueba su fortaleza. Ambas noticias llegaban al mismo tiempo para Deyanira Zúñiga.

“Yo fui a una consulta de rutina, porque estaba buscando quedar embarazada, el médico notó algo diferente. Me hizo exámenes, la mamografía, ultrasonido y biopsia. Me refirió  con una doctora que me dijo: le tengo una buena y otra mala; ya está embarazada, pero tiene cáncer de mama avanzado. La única opción es interrumpir el embarazo, porque si no se aplica el tratamiento, su vida corre peligro”.

La especialista fue clara, el bebé no resistiría la quimioterapia y en caso de no aplicarse, las probabilidades de vida para esta mujer que cumplía los 36 años, eran de un 50%. Pero como para Deyanira suspender el embarazo no era una opción, decidió retar al cáncer con su amor de madre y fortaleza.

“Mucha gente me dijo: es un embarazo de menos de un mes, ya tienes un hijo de ocho años, ya sabes lo que es ser madre, lucha por salvarte. Pero no, era otro hijo mío el que estaba en mi vientre, decían que tenía que decidir entre la vida de el o la mía y yo me decidí por las dos. Hablé con mi esposo y él me apoyo”.

Sin quimioterapia y en contra de los pronósticos médicos, Deyanira continuó. A las siete semanas de gestación, fue sometida a una mastectomía total (amabas mamas le fueron removidas). A pesar de esto, a las 12 semanas los especialistas insistían en la necesidad de aplicar el tratamiento para evitar que el cáncer se propagara, pero como seguía en pie el riesgo del bebé, esta madre se volvió a negar.

“Ya nos habíamos mantenido en por mucho tiempo, hasta la cirugía de mastectomía habíamos sobrellevado, ¿Para que iba a ponerlo en riesgo cuando estábamos más cerca de logarlo?. Me esperé hasta los siete meses de embarazo cuando ya mi bebé podía nacer por cesárea, una vez que él estuvo fuera de mi vientre acepté la quimioterapia. No fue digo que fue fácil, primero lloré de miedo a perderlo, y luego de pavor a morir y a no poder cuidarle como madre a él y su hermanito. Además el tratamiento es doloroso, nos deja sin fuerza, con malestar y sin ganas de nada. sin duda, Dios y mi familia me dieron la fuerza”.

Hoy, aquel pequeño que esta valiente mujer defendió, suma 13 años de edad y su madre sonríe al verle crecer, asegura que el lazo que los une es tan fuerte como el amor que se tienen.

“Recibir la noticia de que tenía cáncer fue devastador, pero cuando me dijeron que tenía que elegir entre la vida de mi hijo y la mía, eso si fue dolor. Fue como que me agarraran de los pies y me sacudieran sin compasión. Es gratificante, verlo ahora tan grande y fuerte, escucharlo decir que me quiere, me siento satisfecha y feliz porque lo defendí de ese animalejo (el cáncer) que me lo quiso arrebatar”. Concluye con una sonrisa.

Deyanira, venció el cáncer de mama hace trece años, sin embargo asiste al médico anualmente para contralarlo. Además, mediante la fundación Metamorfosis se dedica a orientar e informar a las mujeres sobre este padecimiento e importancia de combatirlo o detectarlo a tiempo.

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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