El médico fue contundente al decirle que su hijo no pasaría la noche. Ella corrió a la capilla del hospital para tratar de aliviar su dolor.

Con el corazón roto, dio la noticia a su esposo y él corrió a comprar carritos de juguete como quien hacía caso omiso al diagnóstico. En el fondo del corazón, querían que su único hijo se convirtiera en un bebé milagro, pero tras un momento de oración y resignación, Katherine Arce y Andrés López, se tomaron de las manos. En aquél momento entregaron su hijo a Dios, era como despedirse sin querer despedirse.

Repasemos lo que sucedió antes de llegar a este punto.

“Algo anda mal”

Cuando cumplía los cinco meses de gestación esta mamá recibió la noticia de que su hijo tenía una malformación cardíaca “no compatible con la vida”, por lo que al nacer, este bebé sería intervenido quirúrgicamente.

Ella relata:  “Empecé a trabajar desde la casa, estábamos muy asustados y nos armamos hasta los dientes. Teníamos todo coordinado con un equipo de especialistas en una clínica privada, cardiólogo, pediatra, todo. La cesárea sería el martes cuatro de octubre del 2016, pero bebé se adelantó. El domingo antes rompí fuente, los especialistas no estaban para ese entonces.  Imagínese yo me sentía un poco más tranquila por todo lo que teníamos listo, pero a la hora de la hora no había nada de eso”.

El bebé nació en la Clínica Bíblicay Katherine jamás olvida esto: “Lo escuché llorar y respiré, me lo pusieron en el pecho por un momentito, recuerdo que lo vi moradito y de repente noté que todos cuchicheaban entre sí y se lo llevaron. Luego vi a mi esposo sin bebé y llorando“.

Katherine fue sedada y despertó unas tres horas después. El pequeño Sebastián había sido trasladado al Hospital de Niños pues además de tener la malformación en su corazón, nació con una malformación llamada atresia choanel, una obstrucción poco común en los conductos nasales que impide respirar.

Un bebé en coma y la platina cerrada…

La madre recuerda aún con dolor:  “Debían hacerle los orificios nasales con mini taladrito y su corazón estaba muy débil. Estuvo en coma inducido y fue hasta los 21 días que salió del hospital.  Me sentía aliviada de tenerlo en casa, pero no respiraba bien, le costaba hasta llorar. Al mes exacto se desvaneció en mis manos, no respiraba, se puso moradito”

Los segundos corrían y ese día coincidió lamentablemente con que “el puente de la platina” estaba cerrada. “Nos fuimos al hospital, yo lloraba, mi esposo pitaba incansablemente, había mucha presa. Parecía que nunca íbamos a llegar y por mi mente pasó de todo“.

Sebas, un antes y un después de este bebé milagro

Sebas, un antes y un después de este bebé milagro

¡Auxilio!

Al llegar al centro médico, Katherine dejó su bolso botado, corrió por un pasillo eterno y gritaba por auxilio con su bebé en brazos.  Una doctora la interceptó, tomó al bebé y se fue. Tras 45 minutos en sala de shock fue traslado a la sala de Cuidados Intensivos.

Con la voz entrecortada, ella recuerda: “Cuando llegué mi hijo estaba en coma inducido, inflado y brotado, parecía un maní garapiñado. Pasaron unos días y no hubo mejoría”.

Hora de despedirse

“Los doctores del Hospital de Niños son muy humanos, pero muy directos, el médico me dijo: mamá Sebastián tiene un virus respiratorio muy fuerte y es oxígeno dependiente, no va a pasar la noche, va a morir en cualquier momento.”  La madre se quedó muda de dolor.

Un llanto del alma

Después de un largo silencio, nos cuenta Katherine: “Llamé a mi esposo y le dije que se viniera sin mencionar el por qué, ya que tenía que manejar desde el Coyol de Alajuela.  Me fui para la capilla, solo Dios sabe cómo;  subí aquellas gradas, entré gritando, llorando pidiéndole que no se lo llevara, la gente que estaba ahí se fue. Después de un rato en silencio y en oración, arrodillada ante el Santísimo, le entregué mi hijo a Dios. Le di la noticia a mi esposo, lloramos y rezamos en el carro. Luego, nos despedimos de nuestro bebé y nos fuimos a casa a esperar la llamada del hospital“.

El teléfono nunca sonó. Al día siguiente, cuando estos jóvenes padres llegaron al centro médico, fueron recibidos por el mismo doctor, esta vez le dijo que su hijo seguía grave, pero había pasado la noche.

El último cartucho para salvar a un hijo

20 especialistas explicaron a Katheryn sobre un procedimiento que podría ser el último cartucho para salvar la vida de Sebastián. Una operación a corazón abierto con probabilidades de éxito de un uno por ciento. Todos los pronósticos eran sumamente reservados porque había muchos factores en contra: el peso, el desarrollo de los pulmones, la edad, los antecedentes médicos, todo, pero de no realizarse el pequeño moriría.

“Iban a detener su corazón para sanarle fuera de su cuerpo, mientras tanto una máquina le mantendría con vida. Si al colocar el corazón en su bebé este no respondía, ya no había nada más que hacer. Era un riesgo, pero era la última alternativa. Los médicos me dijeron: si no firma la entendemos y si firma tiene a un equipo comprometido con dar lo humana y científicamente posible por la vida de su hijo.  Me sentía responsable, confundida y nerviosa. Me tomé 20 minutos y firmé, lo puse todo en manos de Dios”.

Una despedida más

Con sus corazones llenos de temor, pero cargados de fe, estos padres vecinos de Sabanilla de Alajuela, se tomaron de las manos para despedirse una vez más de su hijo. Esta podría ser la última ocasión en que le vieran con vida o bien, el comienzo de una mejor calidad de vida. “Cuando pasamos a verlo antes de la operación, recuerdo que mi esposo le abrazó mientras lloraba incansablemente, le dimos la bendición y cerraron las puertas”. A las cuatro horas, el doctor le indicó que ya iban a colocar nuevamente el corazón. Tres horas después alertaron que hasta el momento todo había salido bien, pero habría que esperar 48 horas. 

¿Será posible que Sebas de veras sea un bebé milagro? Atención con lo que sucedió.

El mejor regalo de Navidad

Con cuidados estrictos Sebastián un mes después respiraba por sí solo. Y fue el 24 de diciembre, justo cuando Katheryn llegaba a visitar a su hijo, cuando el médico interrumpió su paso, esta vez con  un gesto misterioso y sonriente.  Brevemente le dijo: ¿Trajo el bolsito con la ropa? Sebastián tiene salida, feliz navidad!.” Esta mamá corrió al parqueo a topar a su esposo como ya lo había hecho antes, pero en esta ocasión, para dar la buena noticia y recoger el bolso con la ropa que nunca habían sacado del carro.

Los padres de Sebas dan gracias a Dios por este milagro

Los padres de Sebas dan gracias a Dios por este milagro

Actualmente, Sebastián tiene nueve meses, asiste regularmente al centro médico por control, pero cambió las salas de hospital por su hogar. Este bebe milagro hoy respira por si solo, sonríe y llora como cualquier niño de su edad; ya usa andadera, llama a mamá y papá, mientras balbucea algunas otras palabras. Goza al recibir el amor de dos padres que se despidieron una y otra vez de él con la esperanza de que no fuera el último adiós.

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Escrito por Wendy Arias, periodista 

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

2 comentarios

  1. Lizeth arce on

    Una de las historias mas hermosas del mundo … si la tuya mi hermoso bebe,esta tia que te ama con todo su corazo porque tambirn vivi tan cerca tu milagro. Hoy solo vivo cada minuto a tu lado y te disfruto al maximo,cada cosa nueva q haces,cada sonrisa me hace recordar el amor de dios hacia nosotros…

  2. Zeidy Zúñiga on

    Que bendición tan grande . No pude dejar de llorar tengo una bebé de la misma edad .