Periodista: Wendy Arias/
Las fotografías son la muestra perfecta de que el amor, sana.
Se dedican a rescatarlos de las calles o el abandono, a velar por su recuperación ante un maltrato; pero, sobre todo, a sanar las heridas que van más allá de lo físico. Se trata de un grupo conformado por ocho mujeres y tres hombres, todos con un sentimiento común: el amor por los animales. Los once, tienen diferentes obligaciones con sus trabajos y familias, no obstante, también tienen tiempo para dar auxilio a un perrito, a un gato, una ardilla y a cualquier animal silvestre o doméstico, que ha sido quemado con agua caliente, golpeado, cortado, abandonado en una calle, atropellado o hasta abusado sexualmente. Una de ellas es Letticia Méndez.
“Sabemos lo que es dejar lo que estamos haciendo por salir corriendo a socorrer, mi familia ya sabe y me apoyan. Les puedo decir que es realmente difícil vivir los casos de violencia animal de cerca, en estos años hemos visto ciento de miradas llenas de dolor y de miedo, se desgarra el corazón, al mirar animales que no se reconocen, envueltos en sangre, quebrados, sucios, desnutridos, macheteados, violados, es que nos miran con temor a ser lastimados nuevamente. Por eso es que conoce la gratificación cuando se les ve recuperados, con la piel sanita, con sus enfermedades o lesiones curadas. Alegres y dando amor, porque son agradecidos y dan amor como si nunca antes hubieran sido lastimados”, afirma Letticia.
Hace seis años que estos voluntarios oficiales dan vida a Rescate Animal. Ellos, no tienen un refugio, sino personas que comparten su sentimiento y ofrecen casas cuna (hogares que dan hospedaje al animal maltratado, mientras encuentra un lugar permanente). Recogen al animal, le sanan y se dan a la tarea de elegir rigurosamente a la familia que le adoptará.
“Gracias a Dios, muchas personas se han identificado con la causa, desde veterinarios hasta voluntarios temporales y los que ofrecen sus casas. Al llegar la “elección de la nueva familia”, nos ponemos muy cauteloso, es que debemos entender que no todos los hogares son aptos, sobre todo, dependiendo del maltrato que vivió el animal. Todos los miembros de la familia deben estar de acuerdo, para que luego el perrito o el gatito no sea devuelto y vuelva a sentirse triste. Todo ser vivo debe ser respetado y amado, si no le gustan los animales, está bien, pero no les haga daño, no es necesario”. Solicita Letticia.
Día a día estas personas se dedican dar amor a todos aquellos animales, víctimas de la indiferencia, la intolerancia y maltrato. Ellos, están claros en que los medicamentos y cuidados son indispensables, pero aseguran que la dosis de amor es el ingrediente principal para sanar las heridas que van más allá de lo físico.