Periodista: Wendy Arias

Para algunos, el próximo 17 de agosto será un día más del calendario. Lo cierto es que hay alguien que cuenta los días para que llegue esta fecha, porque ese día, al ser 4:30pm no solo tendrá en sus manos su titulo de bachillerato, sino que tendrá plasmado en ese documento el resultado de no rendirse para cumplir un sueño.

Ella es doña Floribeth Méndez Arias,  quien a sus 52 años, con tres hijos y tres nietos demuestra que no hay edad, ni adversidad que trunque una meta, si se es perseverante. La violencia doméstica y poca solvencia económica la acompañaron desde niña, no se alejaron durante su juventud y la llevaron a caminar por distintos senderos que la alejaron del estudio. “Tuve la oportunidad de ir a la escuela y al colegio, pero nunca hubo alguien que me dijera que estudiar era importante y que me podía dar una mejor calidad de vida. Perdí el quinto año de colegio, cuando quise repetirlo no pude porque nos habíamos ido a vivir lejos, no alcanzaba la plata y ya no me lo permitían”, asegura.

A los 19 años esta mujer vecina de San Ramón de Alajuela se casó y se dedicó a sostener su hogar de la mano de esposo. Los planes de estudio quedaron en segundo plano porque había que coger café o trabajar en el campo para mantener a flote su familia.

“Después de muchos altibajos mis hijos salieron adelante, estudiaron y cada uno tiene su trabajito. Yo empecé a trabajar como cocinera en  escuela Gerardo Badilla Mora, pero seguía con la espinita de querer sacar mi bachillerato. A los 70 años mi mamá decidió estudiar y sacar el sexto grado de la escuela y lo hizo. Cuando ella murió a los 75 años, yo me dije ¿Cómo voy a llorar, con el ejemplo que me dio?. Ella fue mi resorte, me marcó el terreno y me dejó claro lo que tenía que hacer: cumplir mis metas, sin importar si alguien decía que ya a esta edad de nada me servía estudiar”.

Dejando los comentarios desalentadores de lado o el temor de compartir un aula con muchachos de 20 años. Doña Floribeth se decidió a obtener su bachillerato de secundaria. Así lo reconoce: “No le puedo explicar el susto y hasta vergüenza con que entré por primera vez a una clase. Pero vencí todo eso, me dije: tengo cincuenta años y cincuenta más para tener mi título, yo si puedo. Apenas tenía un ratito libre en mi trabajo estudiaba, grababa la materias y me dormía escuchándola. Como fuera, ahí iba estudiando poquito a poquito”.

Fue cuestión de dos años para que esta mujer de metas claras aprobará uno a uno los exámenes. El 26 de junio anterior una llamada del Ministerio de Educación Pública, le dio la noticia de que estaba lista para graduarse. “Matemática fue el que más me costó, pero no pudo conmigo. No sabe la felicidad que yo sentí cuando me dijeron que ya había pasado todo. Al primero que llamé fue a mi esposo, él es mi soporte junto con mis hijos y profesores. Luego le escribí a todo el que conocía. A mi la gratificación no me cabe en el pecho, es satisfacción personal. Ahora si Dios quiere voy por más”, asegura llena de confianza.

Es así como doña Floribeth, no duda al asegurar, que nunca es tarde para retomar una meta que hayamos dejado de lado por diferentes circunstancias de la vida. Hoy esta mujer espera ansiosa ese 17 de agosto, que pondrá en sus manos un título de bachillerato cargado de dedicación y am

Acerca del Autor

Soy periodista desde que tengo uso de razón. Siempre me gustó preguntar por todo y escuchar respuestas, incluido el silencio como la mejor en algunos casos.

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