Periodista, Wendy Arias.
El jovencito Arsenio no tenía ni siquiera la cédula cuando inventó que iba a hacer un tipo de galleta para vender y la bautizó “Galletas Julieta”. ¿Sabe cuánto tiempo ha pasado desde ese momento? 82 años y sus galletas jamás se dejaron de vender. Lo mejor de todo es que con 99 años, Don Arsenio Umaña sigue celebrando la vida e inspirando no sólo a su familia sino a todo el que conoce su historia.
Desde los 17 años, este repostero de vocación, decidió darle su propio sabor a la harina y al aceite. Comenzó trabajando como empleado de una repostería y años más tarde ya preparaba las “Victoria” junto a su esposa e hijos. Desde entonces, toda la familia se dedica a hacer posible que la receta se mantenga en el mercado y llegue a los comedores de todos sus comensales.
“Primero hacíamos las galletas en la cocina de la casa. Trabajábamos todos, mi papá las hacía, mi mamá las horneaba y mis hermanos y yo las repartíamos en colegios y escuelas. De repente, gracias a Dios, la gente quería más y más galletas. Fue así como nació la fabrica”. Recuerda su hija Carmen, quien nos acompañó durante esta entrevista.
Don Arsenio creó su fábrica en 1977. Hoy, continúa con sus hornos encendidos y sus puertas abiertas, dando trabajo a un número mayor de colaboradores, pero conservando su esencia familiar. “Primos, sobrinos, tíos o hermanos, todo el que haya querido trabajar en la fábrica lo ha hecho, eso si, para papá, debe tener un requisito esencial: cariño por lo que hace”. De hecho la receta de este éxito se basa en el cariño con el que fabrica cada una de las galletas, deseoso de provocar una sonrisa cuando alguien las prueba, le agrega una dosis de azúcar y un poquitito de jalea.
Fue hace solo dos años, a sus 97 años, que este abuelo de 16 jóvenes y bisabuelo de seis más, decidió no asistir más a la fabrica, pues se ha dedicado a descansar un poco. Sin embargo, se mantiene pendiente de su funcionamiento, cada día pregunta por los pedidos y corrobora el sabor de su galleta consentida, la violeta.
“Lo mejor que nos ha dejado la fábrica que fundó papá es la unión y la colaboración. Él nos enseñó la receta, pero sobre todo, a disfrutar del trabajo. Es un hombre cariñoso, atento y colaborador, siempre pendiente”. Concluye esta hija que cuida de su padre junto a sus hermanos.
Hace unos 22 días, don Arsenio sufrió una pulmonía que lo mantuvo hospitalizado, actualmente termina de recuperarse en su casa, donde nos recibió con una bolsita de sus galletas Victoria. Ameno, junto a su hija y con la almohada de su equipo de fútbol preferido, este amante del baile no dudó en posar para la foto de nuestra Revista Digital lizethcastro.tv y en recordarnos que el amor es la base fundamental para que todo lo que hacemos camine de la mano del éxito pero sobre todo del amor por lo que hacemos.