Periodista: Lizeth Castro.
Fotógrafo: Esteban Monge
En las fotos que vas a ver en este reportaje, no va a salir el sonido de las risas y como ellas fueron co protagonistas de este maravilloso momento, te lo tengo que contar a vos que estás leyendo. Esta sesión de fotos se hizo el domingo 17 de mayo en la mañana. El papá llega en el carro con los dos hijos, Camila y Matías. El está divorciado de la madre -quien hoy es una de sus mejores amigas-, así que ya los tres vienen desayunados porque el papá se levantó temprano a hacerles el desayunito. Luego él me contará “Matías siempre tiene hambre”. Llegan al estudio donde los citamos y la orden es que sean como son, sin poses. Acatan con perfección lo que se les manda. Lo mejor es cuánto lo disfrutan y lo mucho que se ríen juntos.
A Leo Barrantes, el papá, lo ponemos a hacer lo que ha aprendido a la par de Camila y Matías: exprimirle el jugo a cada segundo. “La pura verdad es que después del divorcio yo me tuve que poner muy creativo. Me pongo a pensar cuando vienen qué les hago, adónde vamos, qué podemos hacer juntos y qué les invento bonito.”, me cuenta.
El fin de semana que se quedan con él, Leo pasará, como dice “las peores y las mejores noches”. Y me explica: “El cuadro es este: Matías encima mío, Camila con los pies en mi espalda…Pero lo mejor, aunque yo no duerma bien es que están conmigo, están seguros, los tengo conmigo. Eso es lo mejor”.
¿Y qué es lo que tanto cantan, que se ven en las fotos cantando? No me lo vas a creer. Camila tiene 12 años y Matías 7 y empiezan a entonar con Leo y su guitarra: “Qué vas a hacer esta no-o-che, te invito a ser feliz, iremos a la lu-u-na, la ruta dímela tuuuuu”. Es un trío cantando una canción ochentera del Gaviota. Después Matías, que es una tormenta de energía metida en alma de niño le dice “Pa, cantemos la de la Sele!!! Oe oe oe juntos todos como hermanos, esta noche tenemos que ganar…” y el papá se apunta de inmediato.
“Igual escucho la música de Cami, que es chivísima o la de Mati. Nos ponemos a cantar los tres, de todo, y nos reímos mucho”, aclara Leo. Yo le piropeo la piel del rostro a la bella Camila y ella me dice: “Ah gracias! Es que también Papi me hace unas máscaras y me las pone en la cara y en el pelo”, y el papá dice “Ahí le invento!” y los dos se ríen y se abrazan.
Hay una complicidad impresionante aunque también reconocen que este papá no es siempre “un vacilón”. “Papi me regaña a veces y yo me pongo triste, pero después se me pasa”, me dice Camila.
Leo cuenta el nacimiento de los dos hijos como los acontecimientos más llenos de luz en su vida. Y viene la pregunta obligada, “Camila, ¿qué nota de 1 a 10 le das a tu papá?” y ella dice sin guardar ni un segundo de silencio: “11!! El siempre ha sido uno de mis mejores amigos y siempre me apoya, me quiere y me hace reír, nos hace voces, nos vacila, está con nosotros”. Cuánto dinero gasta su papá en ella? No importa, ¿Qué deja de hacer por estar con ellos? No importa, ¿Qué carro tiene, cuánto gana? Nada de eso importa a los ojos de su hija que lo vuelve a ver con ojos de admiración total.
Y qué dice Matías de la nota que le da a su papá? Yo se lo pregunto sabiendo, por lo que veo, que hay un abrazo espiritual entre padre e hijo. Pero me intriga saber qué me va a decir. Matías dice lentamente, mirándome a los ojos fijo: “Le doy 1” y guarda silencio y sigue “y a la par de ese 1, 0,0,0,0,0,0. O sea un millón!”.
¿Qué tiene que hacer un papá para que su hijo le dé un millón de nota? “Nos hace reír, nos hace bailes, me ayuda a hacer la presentación bonita de las tareas, me da consejos, le cuento todo.”
Las risas al tomar las fotos, siguen. Termina la sesión y ellos 3 siguen abrazados. Algo me dice que ese abrazo es eterno y una última cosa: las fotos y estos momentos inolvidables de Leo y sus dos hijos, fueron sugerencia de su ex esposa. Le tengo que decir a ella, a Sissi “¡Gracias por ser una FAMILIA mayúsucula, con el detalle de que sus papás están divorciados pero con el tesoro de que son amigos, papás enamorados de sus hijos, que transpiran plenitud cuando están con ellos, que los extrañan cuando no están juntos, que no dudarían en dar su vida por ellos. Gracias por dejarnos conocer el amor de su familia!”