A veces me pierdo, ¿cómo te encontraré si ni siquiera encuentro a mi propio yo? Señor, me dicen que estás en todo, pero te quiero ver y te quiero escuchar fuerte y claro.
A veces sueño con que te toco en el borde de tu traje. Apenas amanece estiro mis manos como si el sol tuviera un vestido largo y pudiera tocarle el ruedo, como si pudieran quemarse las yemas de mis dedos con tu perfección. Quisiera que digas ¿Quién me toca buscándome con tanto ardor? Entonces yo alzo la voz para decirte avergonzada que fui yo quien se atrevió. Me volvés a ver, tus ojos me encuentran y los míos que te buscaban sonríen agradecidos llenos de lágrimas de pasión por vos. Yo soy, esencialmente, un alma que te busca porque te sabe aunque no siempre te siente.
Ando buscándote cuando quiero sentirme respaldada. Yo te busco cuando quiero sentirme amada. Yo te busco cuando la oscuridad amenaza con prolongarse más de lo que quisiera. Yo te busco, amo hacerlo porque de algún modo encuentro tu nombre guindando de las estrellas, metido entre las flores, pintado en las pieles de la gente, riéndose con el viento, caminando entre tantos pasos, guardado en tantas almas.
Te busco y amo encontrarte para encontrarme conmigo misma también.